En el capítulo anterior contaba yo que estaba nervioso. Se debió a que mi hermano gemelo Paco también lo estaba, pero en mayor grado. Hoy está en el Hospital. He estado con él en urgencias desde la una y cuarto del mediodía hasta las seis y media de la tarde por culpa de una urgencia que tenía que ver con una familia que estaban todos locos. Lloraba la madre, la hija y el novio. Han colapsado a los psiquiatras durante tres horas. Cuando nos han visto las psiquiatras (unas muchachillas que no aparentaban nada ser psiquiatras), mi hermano se ha puesto a dar un speech en toda regla. Le han dejado en el hospital en observación, supongo, pues malo del todo no estaba. Si llega a estar malo, lo tienen que atar del maratón que hemos sufrido en la salita de mierda de las urgencias. Al fin, me he venido a casa. Los días de antes, en que mi hermano despotricaba de todo y de todos ya han pasado. Me han acompañado en el Hospital mi cuñado y mi sobrino. Mi sobrino, de casi cuarenta años, no se explicaba lo sucedido aunque yo le decía que era causa de la enfermedad. Seguía preguntando y yo, que la enfermedad. Mi hermano, creo que lo que le ha pasado, es que se ha estresado mucho meses atrás por tres mil euros que le pedía injustamente y absurdamente la aseguradora Mapfre, a la que podían dar bien por culo a esa hija de puta. Espero que pronto esté en casa Paco, no sea que coja un virus en el hospital y se muera de asco.
Si te pasa algo, una de dos: o aguanta o jódete.
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