Hoy es sábado pero no tengo la sensación de que sea sábado. A ver si hay algo en el día que me avise de que es sábado. Es muy temprano aún. Son las nueve y media. Se abren las persianas de mis vecinos, cantan los pájaros, se oyen tacones al compás de una prisa leve, se levanta mi hermano pero sigo pensando que aunque sea sábado en el calendario, pues ayer sí que sabía que era viernes, sigo sintiendo esa ausencia del sábado en mi cabeza. Como si el sábado hubiera desaparecido de la semana para siempre.
Además, tampoco tengo la sensación de que ayer fuera viernes. Ayer fue un día cualquiera del calendario, un estúpido día del calendario, un efímero y tonto día del calendario en el que yo no hice nada de viernes, nada típico de ese día así que quizás por eso hoy no me parece sábado y al paso que llevo el domingo no me parecerá tal y el lunes tampoco y estaré pronto en una ucronía o falta de tiempo. Pasarán los días todos iguales.
Estoy esperando una señal que me diga que hoy es sábado y no viene y estoy como en un limbo semanal, en un día sin norte ni guía.
Espero que a mediodía o por la tarde me dé cuenta de la presencia temporal del sábado para hacer cosas del sábado y no del lunes o el miércoles porque si no, mi vida se perderá en las horas informes y en los días caprichosos de un calendario ciego y sin orden.
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