Cuando una pieza de ajedrez falta, toda la estrategia anterior hay que renovarla para llevar a buen término el final de la partida. Hay que pensar cuál será la próxima jugada. Y no debe haber mirones que digan qué hay que hacer. Entre los jugadores, cada uno en rivalidad, deben ejecutar el juego que les conduzca a su mejor fin. La partida puede quedar en tablas y ninguno sale perdiendo.
En la vida sucede también así.
Hay que buscar la manera de que esa pieza tan preciada que ha caído no haga sufrir demasiado a las demás y que el juego siga siempre con ventaja.
Pero a veces, los nervios de perder o el ansia de ganar nos juega malas pasadas. Para ello, como posible solución, antes de perder, es mejor buscar un empate digno.
En fin, no siempre se puede ganar pero se puede quedar bien con el adversario, mostrando buenas maneras e inteligencia en el juego.
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