No estoy triste ni alegre. No me obsesiono ni me relajo del todo. No viajo pero viajo con la mente. No sueño mucho pero sueño que soy feliz. Tengo obligaciones pequeñas y las cumplo sin problemas. Tengo la casa un poco sucia pero me conformo o no la limpio en condiciones, algún día me pondré y pasaré unas horas limpiando. No hace mucho calor ni mucho frío. No llueve pero cae algún chaparrón. El periquito que tengo no canta porque le bajamos la persiana y se queda en tinieblas a la hora de la siesta. La hora de la siesta, por otro lado, es interminable. No tengo muchos amigos pero quizás los que tengo son buenos, todo lo buenos que pueden ser. Tengo muchos defectos; entre ellos, que me despierto tarde y se me pasan las horas del nacimiento del día en la cama. Hago las cosas despacio, nadie me mete prisa. Hago de comer para mí y mi hermano. Veo poco la tele y leo bastante. Me gustaría que hubiera un poco de emoción en mi vida pero no la hay. Soy uno de tantos, quién lo dijera, un ciudadano que anda por la ciudad. Bueno, como diría el sabio, no conviene ser muy alto ni muy bajo.
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