El domingo herví una raja de pescado junto con una cebolla cortada en juliana, unas patatas y unos ajos. Nos comimos el pescado y sobró mucho caldo. Ayer lunes compré cuarto de gambas arroceras y un calamar. La idea es hacer una sopa de pescado con el caldo y esos ingredientes. Hoy me pongo a pelar gambas y no paro. Llevo toda la mañana en casa. Solo voy a salir a comprar tabaco.
Bajo cada mañana
al café de la esquina,
resonante de vida,
y sorbo cuanto puedo
el día que comienza.
Son muy bonitos los dos versos finales que aluden a una metáfora: "café por mañana", aunque muy típico de los anuncios de café. Estos versos son parte de un poema amplio dedicado a Quevedo que juega con la idea de censura y de la situación política en España. Juega con la personalidad de Quevedo y la glorieta que lleva su nombre. Es de José Ángel Valente. A mí me superan las cosas que dice Valente de Quevedo y he de reconocer que yo a Quevedo lo he leído poco por su dificultad y seriedad de lo que escribe.
Don sin din, blasón ruin.
O sea, que en este mundo no sirven tanto los títulos como la guita. Hay otra versión de este refrán algo más basta.
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