Los niños ya crecen con la tontería del regalo y muchos adultos siguen con ese rollo de los regalitos. Más valdría a esos niños y a esos adultos portarse bien con la gente, no mentir, no ser huraños y misteriosos como fantasmas y no pensar tanto en ofrendas estúpidas que al rato se olvidan. Es una pena que haya tanta gente fea de alma a la que se la hagan regalos y luego se porten mal con los demás. Afuera corre viento pero hace mucho calor. A lo mejor se pone de tormenta. Los días pasan, el viento aúlla como un perro solitario, la pena va por dentro y el calor no se vence. Otro agosto de mierda, como el del año pasado, tenemos otra vez. Voy a poner un refrán y voy a acabar este blog que se me resiste.
Quien elige un tono demasiado alto, no acabará la canción.
Cuando la gente se pone muy chula y muy imponente, al final todo le sale mal.
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