El domingo empezó el confinamiento después de que el gobierno, el sábado por la noche, decretara el estado de alarma. Ayer lunes, fuimos Paco y yo a comprar y compramos para la semana. Había normalidad en el supermercado, todos distantes un metro, con señalización en el suelo para que pasáramos por caja de uno en uno. Con la excusa de tirar la basura, yo he salido dos veces a la calle y es raro que no encontré policía. Ni vi guardia civil ni local ni ejército, cuando un amigo que tengo en Las Rozas me ha llamado y me cuenta que en esa población está la UME.
Sí he oído esta tarde martes la megafonía de la guardia civil diciendo que está velando por nuestra seguridad.
Hoy hemos comido alcachofas con carne picada y jamón y mañana voy a guisar unas judías.
Esto se hace cansado y aburrido y solo la lectura de libros (una biografía de Benedetti, una obra de Isabel Allende, otra de John Grisham, etc) la está haciendo llevadera.
He hablado por wasap con mi amigo Antonio y está teletrabajando. "Hay que entretenerse", me ha dicho. Y hay que entretenerse como sea, digo yo.
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