Ahora que he leído el horóscopo, que me dice algo sobre mi familia política, y leído la portada de El País, debo concentrarme para ponerme a hacer una tortilla de patatas de tres huevos. Si mi hermano supiera cocinar, ejercicio doméstico al que siempre se ha negado, podría hacer la tortilla y librarme a mí de tal encomienda.
Todo es hablar del coronavirus en los periódicos. La crisis que está creando, los errores del gobierno, la pesadilla económica que seguirá a la erradicación de la pandemia, los parados, los despedidos. Pero sobre todo, hay una consigna: quédate en casa.
Quedarnos en casa y solo salir por comida es lo que hemos hecho mi hermano y yo. Largas tardes de aburrimiento viendo videos de You Tube, largas mañanas fumando y viendo TV, leyendo novelas, aburriéndonos en el sillón; yo me tumbaba en la cama algunas veces y me daba por meditar: cuándo acabará esto, el techo necesita una mano de pintura, hace sol, hace viento, está nublado...
Y así se está pasando este inusitado ataque de un ser vivo minúsculo que tiene a bien meterse por nuestros pulmones y hacernos la vida difícil. Hoy domingo ya llevamos 15 días de confinamiento. Creo que llevar 15 días encerrado significa algo bueno. El virus tarda 14 días en salir de nuestro cuerpo. A lo mejor, lo peor está pasando ya y vienen días de esperanza y de pensar en salir al campo y pasear y divertirse en una terraza.
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