Al final, no he tenido que hacer la tortilla de patatas sino que hemos comido unos garbanzos hechos de otro día. Luego, me he tumbado nada más después de comer y allí, en el lecho, he olvidado por unos momentos la situación hostil que me amenaza.
No puedo dar el paseo dominical a Las Rozas. Tampoco me da por pasear por el pasillo, como hacen todos los que oigo por la radio cuando los entrevistan.
Esto del coronavirus va para largo, para mediados de mayo, supongo. No sé cómo pasaremos tantos días de inacción.
Ayer fui a la compra y traje dos bolsas llenas y pesadas desde el supermercado. Como no estoy hecho a esfuerzos, hoy me duele un costado.
Ya digo: no sé cómo pasaremos estos días de gobiernos y virus pero los pasaremos y lo primero que haré al salir de esta es dar un paseo a Las Rozas y también me vendré andando para ver la maravilla de mis piernas ir una al frente de la otra, ejercicio que no he hecho desde la aparición de esta peste.
Pero ya llevamos 15 días de encierro por orden del gobierno y eso ya es mucho. De aquí en adelante todo será bajar una pendiente donde empezarán las buenas noticias a recorrer los periódicos, las radios y las televisiones.
Pobres ancianos que han muerto en residencias casi sin atención, pobres ancianos muertos en los hospitales sin poder ver a su familia en los instantes finales de su vida. Recemos por ellos.
Las enfermeras y los médicos han escogido esa vocación para curar y son profesionales que se ven en estas ocasiones tan duras. Recemos por ellos.
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