Da la sensación de que la navidad nos resbala cada vez más. Vamos al grano, a la evidencia de que hay que festejar unas fechas con comida abundante o no abundante y ya está. Había un anuncio en la crisis que decía: "turrón para aburrir". Si no tenemos un besugo o dos en el horno, pues eso, turrón para cansarnos las mandíbulas.
Desde la crisis aquella, da la sensación que la gente aprende de un año a otro y ya no dispendia como antes. Mide el gasto. Se contiene la mano antes de ir a parar al bolsillo. Piensa uno cómo hacer lo caro, barato.
Yo lo que veo por aquí, por la ciudad, es que no se habla mucho la gente, la gente parece zombi, va con el perrito o los hijos o la mujer o el marido y no dice nada al vecino, al otro, al semejante. Cada grupo humano va como una bola que rueda y no se choca o besa con las demás.
En el telediario, el otro día hablaban del whasapp, a la que llaman tecnología. Yo entiendo otra cosa por tecnología o nueva tecnología, pero bueno. Decía una experta que esas nuevas maneras de comunicarse fomentan una mayor comunicación, sobre todo entre los jóvenes. El whasapp está hecho para los jóvenes, pues.
Yo, sin embargo, echo de menos otras navidades, otro tipo de comunicaciones y tecnologías, viejas tecnologías y la verdad que, como dijo el poeta, se hace uno a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor porque uno no está metido de lleno en este moderno y nuevo que hay ahora.
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