Que cada uno aporte según su capacidad y que le den según su necesidad. Esto es lo justo y sería lo ideal en una sociedad adecuada. Eso hacen las hormigas, que reparten sus bienes igualitariamente. Pero la avaricia de los humanos no tiene límites, eso lo sabemos. Y la pereza y la irresponsabilidad de algunos hace que otros sufran. Yo me negaría a que un pelele que no hace más que beber y beber o pervertirse tuviera ni un privilegio más que otro que lleva una vida acorde con lo que todos entendemos por la civilidad. Hay gente que cumple y hay gente que quiere vivir mejor que los demás a costa de los demás (por ejemplo, muchos políticos que tienen casas de un millón de euros y no las declaran). Yo reclamaría para los incapacitados todo tipo de recursos y adelantos para que vivieran mejor y también para los ancianos pobres que viven mal en residencias pero no para jóvenes que desean que llegue el fin de semana. Tampoco daría recursos para aquellos que hacen un trabajo ínfimo y encima se quejan y no quieren más que días libres y cobrar más. En mi trabajo, yo cumplí como el que más y a los liberados sindicales los tenía asco.
Hay gente que puede aportar en esta sociedad porque sabe cocinar, cuidar ancianos o limpiar o quizás se sabe muchos refranes antiguos, qué sé yo pero la democracia no es el paraíso comunista.
Hay políticos que se hartan a retorcer las leyes para que digan lo que ellos quieren que digan pero luego viven con el triple del salario mínimo y tienen casas que te mueres. Por cierto, me ha encantado que Podemos baje de votos. Es lo que esperaba ver estas elecciones. Se acabó el espejismo y la hipocresía del bocadillo mágico. Otra cosa: las democracias son mejorables si votamos a los mejores o menos malos pero en las dictaduras como en la cubana, te despojan de todo: tu propiedad no existe, tu dignidad no existe, etc. Y eso que es el paso al comunismo donde todo el mundo es igual de gilipollas en un hipotético paraíso. Los paraísos en la tierra no deben existir porque la misma naturaleza humana los niega. ¿No es un hombre un lobo para el hombre? ¿Cómo va a crear un lobo un paraíso para el hombre? Ya sabemos que el poder tiene esa cosa indescifrable que lo pervierte. Porque el poder no lo ostenta una mosca. Lo ostenta el hombre. Ya veremos las flaquezas y las miserias de Sánchez en el poder. Ya las vimos antes en el innombrable. Y cada uno que pase por el poder, se retratará como retrataba Velázquez a los reyes: con todos sus defectos, con todo su mefistofélico realismo.
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