martes, 28 de mayo de 2019

Es casi increíble: son las tres de la tarde del 28 de mayo y corre una brisa fresca y no hace mucho calor. O sea, no hacen treinta y tantos grados como creo que hicieron hace dos años por estas fechas. Hace dos semanas, hubo una ola de calor de unos treinta y cinco grados que yo creí que iba a ser la tónica para este mes de mayo pero se paró en tres días abominables de calor. O sea, que está haciendo una verdadera primavera. Sin llover, eso sí. No ha caído ni una gota desde febrero del año pasado.
Hace dos años ya empezó a apretar el calor en abril, con treinta y tantos grados a mediados de ese mes. El año pasado, empezaron unas nieves y unas lluvias a mediados de febrero y no paró "el mal tiempo" hasta muy tarde, por junio o para allá. Este año oigo cantar al ruiseñor a las tres de la tarde, señal de que se puede dar señales de vida a esas horas.
A lo mejor, algo ha cambiado en el tiempo menos la escasez de agua que cae del cielo. No cae nada. No hay tormentas. El cielo no se nubla nunca.
Dicen que junio vendrá ya muy caluroso, pero en junio ya es más normal el calor.
El calor de la primavera no debe superar los 25 grados. Algunos días puede llegar a treinta, pero no debe ser la tónica.
Yo conocí veranos antiguos de treinta y pocos grados en que se podía coger la bici después de comer e ir al río a pescar. Eso ya no existe. Los calores veraniegos de hoy en día impiden cualquier actividad a partir de las dos de la tarde.
El planeta se ha calentado y el cambio climático está trayendo la cultura del calor y de soportarlo todo pero no es ni medio normal que hagan cuarenta grados a las tres de la tarde.
Por eso, hacen bien los jóvenes en manifestarse y decir que no soportan ni un grado más ni una especie menos porque tienen derecho a exigirlo ya que el planeta es de ellos más que de nosotros que ya estamos viejos.

El calor de ahora no es normal. Hay que hacer algo.

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