Los nervios esta mañana han ido a más porque no sabía qué hacer. Tengo internet, tengo textos sin acabar pero mi voluntad no quiere meterse a hacer cosas y la casa se me viene encima. Tampoco deseo pasear o ir a un bar a tomar otro café. Los nervios me han agarrado fuerte y he tenido que forzarme a hacer algo para pasar el tiempo. El tiempo, qué palabra. Cuando corre a favor, pasa muy muy deprisa pero cuando uno se llena de tiempo con el valor de cero, el tiempo es como una prisión.
Cuando la mañana se instala delante de mí sin objetivos que la llenen, me da miedo y me pongo nervioso porque no he cogido hábito de hacer cosas por la mañana. Por la mañana lo que hago es vagar a casa de mi madre, por la calle sin destino fijo.
Pero hoy me he propuesto escribir algo. Por ejemplo, este blog o algún escrito que esté sin acabar para darle fin o seguir con la historia.
Mi hermano Paco puede estar mirando al tiempo pasar sin hacer nada y no le preocupa pero yo no puedo hacer eso. Los nervios me comen. Necesito una ocupación, un huerto que cultivar, unas actividades que tengo que crear yo mismo para que el tiempo no me engulla, me ponga tenso, me preocupe.
El tiempo pasa. Nosotros también, pero de otra manera.
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