Los cambios de estación son malos para los enfermos mentales. Estamos pasando del verano al otoño y yo lo noto: estoy deprimido. No tengo ganas de hacer nada. Es como una especie de cansancio de la voluntad. Tengo una expresión neutra en mi rostro que transmito a los demás, de tristeza, de desgana, de abatimiento. También estoy un poco nervioso. No sé qué hacer durante el día y eso me pone nervioso. He ido a andar a Las Rozas a ver si se me pasaba pero no se me ha pasado. Otras veces que he estado así, me he tumbado en la cama y no he hecho nada y he procurado no pensar en nada, no pensar en cosas malas, en cosas negativas.
No noto que sea alarmante este estado de mi mente y de mi ser pero me impide hacer cosas porque no tengo fuerzas para hacerlas. Se las encargaré a Paco. No tengo ilusión por vivir, todo me parece sin sentido. Días atrás, tenía unas pesadillas muy malas en medio de la noche y durante el día, no veía sentido a mi vida ni a la de los demás. Todo me parecía una ilusión, como en la obra de Calderón, "La vida es sueño". Estaba cansado, estaba medio irritado y solo deseaba que se le llegara la noche para dormir.
Voy a ver cómo gestiono este estado mental. Parecería cómico decirlo así, pero voy a gestionarlo tumbándome en la cama y descansando mentalmente de todo lo que me rodea y pienso, para no pensar en nada y no hacer nada.
Quizás si no pienso ni hago nada, volverá mi cabeza a su sitio natural.
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