Yo nací en Fuengirola, en el fondo del mar, soy un gran, soy un gran, soy un gran calamar. Este era el estribillo del blues del calamar que he oído hoy en una sala de conciertos de Majadahonda. Todos los temas eran parecidos; decía otro: los gatos tienen siete vidas y tú tienes cien, siempre que caes, caes de pie. A todos nos gustaría caer de pie de nuestros follones y no hacernos daño. Hay gente que se le da muy bien eso, dejando acaso daños colaterales mientras ellos o ellas no sufren. Hay gente mandona y cotilla que dan asco: siempre diciendo lo que hay que hacer y venga preguntar que si esto o lo otro o mirando por la puta ventana a ver si el vecino sale o entra o se emborracha o llama puta a su novia. Qué follón arman esa tribu de los cotillas, esa maldición de mirones, esa chusma del chascarrillo.
En fin, me voy a dormir y punto no sin antes decir que llevo una vida muy laxa en que no hago nada, nada, nada ni de interés ni con interés. Me acuesto tarde, me levanto igual. No tengo hijos, solo a mi hermano que me ayuda como yo le ayudo a él. Si se me cruza una mujer en el camino debe ser un dechado de virtudes y ganarse la vida honradamente; si no, a la mierda todas las mujeres del mundo.
Si ves algo interesante, cuéntaselo a alguien interesante.
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