Por hacer un favor a una persona, el miércoles llegamos Paco y yo a Majadahonda a las once de la noche. Nos comimos un pollo asado en un kebab y nos fuimos a acostar. El jueves, bien, normal. El viernes había comida hecha, así que me entretengo por la mañana con el internet, cosa que molesta a Paco. Me voy a ver a mi madre y voy a Colón. Paso el rato. Comemos. Me dice Paco que una pastilla de por la noche se la ha tomado este mediodía. Ha estado toda la tarde inquieto y más pesado que las moscas. Espero que duerma bien esta noche porque si no, yo no sé ya qué hacer. Mi hermano juega con las pastillas, lo tengo claro, y así unos días está que no hay quién lo aguante. Es gilipollitas mi hermano, que le vamos a hacer. Hemos ido por una pizza, nos la hemos comido y en paz. Hay qué ver cuánto me joden las putas cotillas. No las aguanto. Había que colgarlas del pino más alto para escarmiento; pero bueno, ese es otro tema.
En fin, qué asco de vida, unos pendientes de otro y otra mirando a ver qué nos pasa; de verdad, da un asco que no veas. Qué asco da.
Si te miran lo que haces, no hagas caso a esos que te miran lo que haces porque no suelen ayudar en nada, sino enredarte la vida.
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