¿Damos por olvidado a Puigdemont y los acontecimientos que pasaron hace un mes? Puede que sí, que ya estemos pensando en el puente de la Constitución y la Navidad. Puede que esos vándalos occitanos ya no nos preocupen por puro hartazgo. Puede que la estelada no sea ya más que un puto recuerdo asqueroso de gente ruin.
Pero mientras, yo no salgo de mi estupefacción al contemplar qué se hizo el rey Don Juan, que se hizo de tanta quimera, tanta bordadura y blasón, tanta dolorosa confusión de las banderas.
Bueno. El caso es que existen muchas maneras de dar la lata. Y pocas de hacer la vida agradable a los demás.
Además, la descortesía de hacer el ganso frente a una dama siempre produce una vergüenza a posteriori que nos hace pensar que no debimos haber puesto en entredicho nuestras formas y nuestra imagen de gente normal.
La Gran Vía madrileña a lo mejor a esta hora esté llena de gente y yo aquí, en la soledad de mi habitación. Que mal repartida está la población en estos días de tortuosa confusión.
A pasar buen día mañana y si no, a no pasarlo malo.
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