Mi familia se está haciendo vieja. Mi hermano gemelo y yo nos acercamos peligrosamente a la cincuentena. Mis padres son ya muy mayores. Mi hermana tiene ya sesenta años. Mis sobrinos tenían unas novias muy guapas y todos las han cambiado por otras transcurrido un tiempo, un tiempo muy largo y se les pasa el arroz. No sé si habrá niños en mi familia con los que jugar. Hubo un tiempo que toda esta situación me parecía de una decadencia insoportable. Quizás mi hermano y yo, por el hecho de la enfermedad, no nos hemos centrado en formar una familia, aunque yo le dije a mi novia que si me casaba con ella era para tener niños y ella se opuso totalmente a tenerlos cuando los pudiéramos haber tenido. A mí empezaron a caerme mal mis sobrinos por esa idea hedonista de la vida que tenían y de pasar de todo y de haber abandonado unas novias que eran muy majas. Bueno, ahora me conformo con lo que hay: disfruto de mis padres y de mi familia en este envejecimiento que sufre. Me he calmado ya que de nada servía ir en contra de lo que estaba establecido. He pensado a veces, y algunas, me ataca fuerte, el deseo de haber tenido un hijo pero ya está dominado. No creo que encuentre una mujer y yo ya no tengo edad para tenerlos. Mi hijo tendría 20 años y yo 70. Un pequeño desastre.
jueves, 30 de noviembre de 2017
martes, 28 de noviembre de 2017
Ya me he leído "Chavales del arroyo" de Pasolini. Aunque tiene momentos muy evocadores y un recorrido bonito por zonas de Roma que yo no conozco, la historia no tiene trama. Son los pequeños acontecimientos de unos raterillos como Ricceto, el protagonista, si es que hay un protagonista, los que conducen la acción. Hay también descripciones buenas pero le falta algo de enredo en la acción pues esta es demasiado lineal y puede ser reiterativa. Lo he cambiado en la biblioteca por "El idiota" de Dostovieski y "Una estrella llamada Henry" de Rody Doyle. Esta última me ha gustado mucho su comienzo y la del ruso se ve que es complicada al principio.
He visto a la chica del levísimo cortejo. Me ha dado buena impresión. Me ha devuelto un libro de cuentos que yo le dejé pero que nunca leería porque ni tiene tiempo ni ganas para leer. Le he dicho que para qué lo cogió entonces. No ha dicho nada. Trataré de evitar los mensajes de wasap con ella. Así no se crearán malos entendidos. Y no sé si es mal educada o no. Conmigo no se ha portado de un modo claro hasta la fecha. Ha demostrado ser una malqueda cuanto menos. Menos mal que tenía excusa.
En una especie de cortejo levísimo que he efectuado con una chica, me he dado cuenta de que soy susceptible de obsesionarme con cosas aparentemente banales cuya solución es más sencilla que todo lo que yo elucubro por mi cuenta. Y eso se debe a fenómenos como el wasap que permiten una comunicación vacía e interpretable.
Cuando no ves el rostro que te está hablando no sabes qué hay detrás del mensaje que te manda. Así he estado yo interpretando algo que era indiferencia y yo creía que era una especie de desprecio hacia mí. Los mensajes de wasap son susceptibles de mala interpretación por parte del que los recibe, lo he comprobado. Aunque se entienda literalmente el mensaje de wasap, el tono, el gesto se pierde y no se ve la intención última del mensaje.
Pero, de todos modos, yo he podido percatarme de una falta de educación y de aprecio en esa chica a través de los mensajes y creo que no es una chica muy recomendable para mí. Así que haré la última transacción con ella (de tipo totalmente asexual) y le daré boleto porque no me convence la manera de la que me ha tratado y eso solo con el wasap.
viernes, 24 de noviembre de 2017
A veces se puede juzgar a una persona por lo oportuna que es en nuestra vida. También por lo educada que es con nosotros. A veces, la persona por la que tenemos algún tipo de interés ni es educada ni es oportuna. Entonces es mejor no tener trato con ella porque todo va a ir mal. Las personas hacen lo posible por agradar a quien les agrada pero hay que calcular muy bien si nosotros somos alguien agradable para aquellas personas en que hemos puesto nuestro interés. A veces nos puede el orgullo y creemos que somos una persona por la que merece guardarse algún tipo de admiración ya sea por una habilidad que tengamos o simplemente por el encanto de nuestra persona. Nada más lejos de la realidad. En mi caso, yo no tengo el menor atractivo para nadie que yo conozca al ser yo un tipo sencillo, tranquilo y que no voy a fiestas.
Mi vida social no me permite presumir precisamente de mi vida social. Los viernes los dedico a ver una película en la tele, por la noche y no soy desenfrenado en mi vida, sino aburrido. Los sábados por la noche veo otra película y así se me pasa el fin de semana. Ni conozco gente especial ni yo soy especial. ¿A quién puedo gustar? A nadie. Lo malo es que está ocurriendo es que la gente tampoco me gusta a mí. Es lo más natural según una ley de la soledad que no hay escrita. Pero qué le vamos a hacer. Siempre quedará alguien con quién charlar de cosas poco trascendentes y aventureras.
jueves, 23 de noviembre de 2017
Resulta que se me ha metido el google francés en mi ordenador y no puedo buscar algunas cosas sobre España. Luego, he dado con algún indeseable por la calle. Luego, no me contestan al móvil. En fin, nada especial.
Yo me mosqueo mucho de la gente, cómo funciona, cómo va. Yo procuro cumplir con la gente que me importa un mínimo pero hay gente que no busca más que el provecho en los demás y le importa un comino quedar mal o bien con los amigos.
Las cosas son así hace demasiado tiempo y creo que se agrava la mala educación con los demás en estos tiempos que vivo. Ya no se puede contar con nadie, que algo te salga bien al contar con alguien.
La lay del ratero es más justa que la ley de los amigos de clase media hoy en día. Los rateros tienen una moral que siguen entre ellos y no la rompen. La amistad entre la gente común hoy en día siempre está en entredicho por culpa de esos malos amigos que hay.
Yo nada he de cambiar pero estoy harto de pasar de la gente, cualquier día me veo más solo que la luna pero para mejor, yo creo que para mejor.
martes, 21 de noviembre de 2017
¿Damos por olvidado a Puigdemont y los acontecimientos que pasaron hace un mes? Puede que sí, que ya estemos pensando en el puente de la Constitución y la Navidad. Puede que esos vándalos occitanos ya no nos preocupen por puro hartazgo. Puede que la estelada no sea ya más que un puto recuerdo asqueroso de gente ruin.
Pero mientras, yo no salgo de mi estupefacción al contemplar qué se hizo el rey Don Juan, que se hizo de tanta quimera, tanta bordadura y blasón, tanta dolorosa confusión de las banderas.
Bueno. El caso es que existen muchas maneras de dar la lata. Y pocas de hacer la vida agradable a los demás.
Además, la descortesía de hacer el ganso frente a una dama siempre produce una vergüenza a posteriori que nos hace pensar que no debimos haber puesto en entredicho nuestras formas y nuestra imagen de gente normal.
La Gran Vía madrileña a lo mejor a esta hora esté llena de gente y yo aquí, en la soledad de mi habitación. Que mal repartida está la población en estos días de tortuosa confusión.
A pasar buen día mañana y si no, a no pasarlo malo.
lunes, 20 de noviembre de 2017
Ayer domingo estuve hablando con una chica mientras tomábamos café. Es una chica guapa y morena. Vino vestida muy formal. Hablamos de la Uned y de amigos comunes. Nos reímos poco. Yo le dejé un libro de cuentos escritos por mí. Le dije que me lo tenía que devolver. Estuvimos demasiado correctos el uno con el otro. No se citó el humor o el desenfado esa tarde. Debían estar en otros barrios o en otros ambientes, más despejados. Luego, la acompañé a casa casi sin querer y luego, me eché a andar a casa.
Tantum quantum, la vida sigue quizás como un tren o quizás como el viento, derecha a su destino. Las aceras recogen huellas sin parar, las conversaciones se amortiguan en el cielo azul que tanto perdura estos días por estos parajes.
Yo no me quejo; acaso he cogido algo de firmeza en mi manera de pensar y voy bien, como dijo el horóscopo que me iría en otoño. Las canciones suenan y suenan traídas del recuerdo acá y los años pasarán como saetas de un arquero incruento.
Las horas duermen sin decir ni mu y la monotonía crece como el agua.
miércoles, 15 de noviembre de 2017
Ahora resulta que los que están en la cárcel o huidos se pueden presentar a las elecciones. Será legal pero es inmoral. Gente que se ha saltado la Constitución que nos hemos dado todos los españoles, que han roto la convivencia y la libertad de los catalanes y los españoles no merecen capitanear ningún partido democrático.
Hay pocas matriculaciones de coches en Cataluña, poca venta de pisos, poco negocio: se lo han cargado esos brincapesebres rascanalgas ablandabrevas.
Tengo ganas de acabar pero no sé cómo así que lo haré en forma de adagios:
Se fuerte, pero con el fuerte.
Échate al camino y empezarás a ver.
Que el mundo no te asombre: siempre ha sido así.
Come fruta, come carne y piensa en la suerte que tienes de comerlas.
Si te invitan, accede, pero piensa tú en cómo agradecer.
La violencia escandaliza. No seas violento.
Hoy he ido a la asociación para enfermos mentales de la que soy un miembro. Unos de los amigos de allí están haciendo un libro juego para que se sepa mejor qué es la enfermedad mental y se nos tenga más en cuenta. Yo he escrito un fragmento sobre un trabajo que tuve, muy efímero, en una heladería.
Por otro lado, las cosas parece que se esclarecen o por lo menos no son tan obsesivas. La calma vuelve a su lugar y espero que la rutina vuelva a surgir en mi mente para que esté tranquila.
Estudio Psicología para aprender, no para aprobar nada ni sacarme un título. Procuro leer de los libros y darme cuenta de cosas que desconocía, nada más.
Italia no se clasifica para el mundial. Es una pena pues la selección azzurra daba mucho juego en los mundiales. Esto puede servir de lección para que se espabilen y vuelvan a resurgir como campeones que son.
En Roma hay muchos gatos y gatas que se pasean por el Coliseo. Y muchas lindas italianas que da gusto verlas.
Las pizzas napolitanas son muy ricas y Alberto Moravia veía un enorme coño en la pizza de queso que se funde y da gustito como un gatita en celo.
martes, 14 de noviembre de 2017
Cuando me hice novio de una chica que ahora es mi amiga, la invité a pasar un fin de semana en Toledo en un hotel bastante lujoso (no sé cuánto de lujoso). Llevaba yo unas canciones en mi mp3 que estuve oyendo allí, en esa ciudad tan antigua. Oí "Change the World" de Eric Clapton mientras contemplaba a esa chica sentada al borde del río Tajo. Oí "Me llaman calle", en la habitación del hotel, mientras contemplaba a esa chica que no me conocía apenas ni yo a ella. Por eso era tan idílico todo. Luego llegó el conocimiento y las envidias y las traiciones y las confianzas asquerosas. Y yo, el lunes siguiente a ese fin de semana, oía en el cercanías "La piragua de Guillermo Cubillos". Yo era otra piragua que iba y venía. Ahora todo es más sucio.
Todo se ha ensuciado de celos, manías, pequeñitas cosas que lo han inundado todo.
Ahora no soy profesor, no sé si soy escritor y esa novia es amiga. Y no encuentro la manera de encontrar un amor.
Hace ya veinte años que mis profesores me advertían que España se está desertificando. Yo no entiendo de trasvases de agua de los ríos pero me da que se abusa de esas cuencas para regadíos, que se pierde mucha agua por codicias particulares. No llueve. Desde hace diez años suele llover una vez al mes y en trombas. Los suelos pierden nutrientes, los bosques se calcinan por el calor intenso de los veranos o se los quema por intereses urbanísticos. Habrá un año en que empiece a llover de veras.
Por lo demás, estos días de sol dan para beber cerveza, charlar en las terrazas, pues no hace excesivo frío, y estar en la calle. Los inviernos son cálidos cuando me contó una profesora que los inviernos de la meseta suelen ser duros.
Esto influye mucho en la gente, que se cabrea por este sol inmisericorde que luce todos los días del año.
Este azul del cielo que no se quita de la vista trae al alma demasiado ansia de plenitud que luego no se cumple.
Estos días secos y soleados traen pena a la mente del ciudadano, que no ve más que el polvo de los árboles, el polvo que se pega a las plantas, la luz que hiere sus ojos sin compasión.
Me estoy leyendo "Chavales del arroyo" de Pier Paolo Pasolini. Lo que me gusta de esta novela es que todo ocurre muy deprisa, va al ritmo de unos adolescentes que se buscan la vida. No sé mucho de Pasolini. No he leído mucho del neorrealismo italiano porque no está en las bibliotecas que yo frecuento. Pratolini, Pavese, etc no están o yo no los veo. Sí me leí unas novelitas de Italo Calvino sobre una edad media idealizada. Eso fue la Navidad pasada. Me gustaron mucho. El aristócrata que se sube a los árboles. El guerrero demediado. El guerrero invisible. Estuvieron muy bien. También leí "El tedio" de Alberto Moravia, que me pareció un ejemplo de estilo. La literatura italiana es muy buena. Los escritores se comprometen con la realidad y la cuentan.
Por lo demás, hoy va siendo un día para olvidar aunque sea mi cumpleaños. Además, yo no doy importancia al día que cumplo años. Nunca lo he dado. Lo veo una estupidez celebrar nada. Mis padres me acostumbraron a que este día pasase tranquilo y sin alharacas. La vida pasa, es lo único cierto en todo este pandemónium absurdo en que vivimos en que nada es lo que parece.
lunes, 13 de noviembre de 2017
Esta mañana, antes de despertarme,
he sentido frío.
Era el anuncio de la soledad
que vino conmigo todo el día.
Anduve por caminos, me senté en un banco.
La derrota era grande.
Llegué a casa y no había calor.
Mi corazón latía como las cabinas de teléfonos, como los condenados tristes, como la fealdad del mundo.
Hice algo de cena y empezó a darme miedo mi cama.
Vi la televisión y me horrorizó el delirio de los hombres.
Cuando ya estaba envuelto en mi manta, sentí de nuevo frío.
Mi corazón estalló en una locura atrasada.
No dormí. Mis dientes roían mi miseria.
Llegó la luz del día y yo no estaba.
he sentido frío.
Era el anuncio de la soledad
que vino conmigo todo el día.
Anduve por caminos, me senté en un banco.
La derrota era grande.
Llegué a casa y no había calor.
Mi corazón latía como las cabinas de teléfonos, como los condenados tristes, como la fealdad del mundo.
Hice algo de cena y empezó a darme miedo mi cama.
Vi la televisión y me horrorizó el delirio de los hombres.
Cuando ya estaba envuelto en mi manta, sentí de nuevo frío.
Mi corazón estalló en una locura atrasada.
No dormí. Mis dientes roían mi miseria.
Llegó la luz del día y yo no estaba.
Todo el que sufre una mala dosis de soledad y le intoxican el corazón con desprecio lo pasa mal. Pero está el sentido común para llevar ese desprecio y ese aislamiento hasta que sabes aguantarlo. Entonces te comportas como un hombre o mujer solitaria que sabe que no existen los amigos y los que has conocido solo estaban contigo por un interés o te querían mucho menos de lo que pensabas. Y sacas una lección dura de aprender porque pertenece a la asignatura de la vida que es la que nos pasa a todos desde que dejamos el colegio.
Y aprendes. Y una vez que aprendes solo dejas acercarte a tu corazón a aquellos que dan algo, no que piden. A aquellos que quieren escucharte, no darte gritos y confundirte. A aquellos que no son como los que has conocido sino otros, los que algún día, o una tarde de invierno puedan hacerte feliz de alguna manera sin pedir nada a cambio.
Y distinguiendo así entre la morralla de la vida y lo que merece la pena que es lo que está al lado del corazón, no rondándolo como un lobo que es lo que es un hombre para otro hombre.
Y sabes ya defenderte de los que vienen con mentiras y codicias y con palabras halagadoras que no valen nada.
Y es como si hubieras nacido de nuevo.
Siempre que llega la fecha de mi cumpleaños, los astros se conjuran para que mi hermano gemelo y yo regañemos y yo esté tenso por una serie de circunstancias adversas. Este año no podía ser menos: con mis amigos los mendigos me he rebotado de modo que ya no pienso pagarles ni una cerveza más ni darles ni un cigarrillo más. Resulta que explotan su condición de pobres para sacar a los demás todo tipo de cosas. Su situación no es preocupante pues uno vive en un local cedido por la amante lesbiana y rica de su hija. El otro vive con un hijo único aburrido y pensionista. El otro día se bebieron cinco cervezas cada uno de varios que vamos al parque y les invitamos. Ellos no pagan nunca. No invitan nunca. Yo los llamo los chupópteros pero además son malhablados, mentirosos y manipuladores y se aprovechan de toda persona que pueden. Antes pedían dinero con descaro, ahora van a supermercados a pedir limosna pero no invitan. Nunca. Yo he pensado dejarlos de ver porque es mucha la miseria moral que arrastran. Mi cumpleaños es el martes y el jueves mi hermano gemelo va a invitar a esa gente a comer. Yo no iré. Ya no me gasto ni un duro en ellos después de invitarles todo el verano a cervezas y cigarrillos. Otra cosa que me pasa es que he hecho amistad con uno que me pide cigarros y si no se los doy dice: "Arrieritos somos". Me jode porque es otro chupóptero. Me da asco que haya tanta gente así por el mundo: que se arrastran por un cigarro o una cerveza ajena. En fin, me veo abocado a una soledad por no aguantar gorrones y chupópteros de estos asquerosos que hay en todos los sitios donde uno vaya. Pero lo que me jode más es que no hay otra cosa por la vida.
domingo, 12 de noviembre de 2017
Los hay que tienen que estudiar una oposición y no tienen tiempo de nada. Los hay que se refugian en su pobreza para pedir constantemente y beberse cinco latas de cerveza por la cara. Los hay que en vez de charlar amigablemente se enzarzan en un debate delirante y se les pone los ojos en blanco solo porque tienen que llevar la razón. Los hay que siempre están ahí y me comprenden pero solo los veo los sábados por la tarde. Hay gente que se cree que uno es de usar y tirar y llama solo para quejarse. Me toca la soledad por no tener que sufrir una compañía enojosa y aprovechada. Me quedaré con la soledad de mi piso de paredes aburridas antes que tener que pagar una cerveza a chupópteros profesionales. Menuda gentuza encubre este cielo. Menuda pléyade de menesterosos pedigüeños que no hacen más que sacar los cuartos a los demás y de lo suyo no gastan nada para los demás.
La vida está compuesta de personas indeseables la más de las veces y hay que hacer un llamamiento a la soledad amena o aburrida antes de aguantar a esos indeseables. Que se queden solos es mi deseo aunque yo también me tenga que quedar solo.
sábado, 11 de noviembre de 2017
Hay gente que para llevar la razón, pone los ojos en blanco y da muchas voces porque están locos. Se agitan como rabos de lagartija o como látigos torpes mientras dicen que la monarquía es asquerosa, que eso no es así, que la ONU es opresiva, que las derechas son opresivas, que Franco es opresivo, que yo, que estoy hablando con estos pizpiretos aguafiestas, soy opresivo. En fin, hay gente que no sabe convivir ni disfrutar de la compañía.
Hay gente que merecería no salir de casa para ir al bar y montar la gresca que montan porque uno ha dicho no sé qué de la II Guerra Mundial u otro ha mentado la figura de un político que a ellos no les gusta. No les suele gustar casi nada a esta gente y de todo arman gresca y dan voces para hacerse oír y llevar la razón y se les pone la yugular tensa y dan patadas y golpes a la pared con la mano extendida. Hay gente que da pena y no se da ni cuenta. Hay gente con muchos complejos no resueltos que tiene que votar a un partido chavista para que les arregle las injusticias que se creen que deben denunciar en la barra de un bar. Esta gente es miserable y ruin y no debería salir de casa para ir al bar a montar la bronca que montan.
Son las 11:30 de un sábado demencial. No hay gente por las calles desde las diez. Me acabo de dar una vuelta por Majadahonda, que tiene 70.000 habitantes. La Gran Vía está más desierta que el corazón de un mendigo. Da pena presenciarlo. Me he tomado una cerveza en un bar que ya anunciaba el cierre. Casi me he tenido que largar de allí porque me ha dicho el camarero que es hora de dormir. Madrid está a quince kilómetros pero no sé si en Madrid habrá algo de ver. No me entran ganas de ir porque tengo que hacerlo en autobús. La vida no se extiende más allá del felpudo de mi casa. La vida se está portando mal con los españoles de bien. La vida es un sinfín de irregularidades cometidas por estúpidos alucinados. La vida solo da la razón a los que dan gritos. La vida es ruido y furia en la boca de un demente. Y mucho miedo. Y mucha incertidumbre que da miedo. España puede caer en el caos más profundo si una serie de aprendices de mago pretenden jugar en el laboratorio de unas ideas asquerosas en boca de unos charlatanes chavistas o en boca de un ofuscado rabanero. Dios nos asista si queremos seguir viviendo en este país lleno de preguntas sin respuesta.
La ciudad más exótica de España es Barcelona gracias a los acontecimientos que hemos vivido estos días de atrás. Como si se tratase de una ciudad de las colonias de un supuesto tercer mundo, ha intentado emanciparse de los dominios opresores de la metrópoli. Pobrecilla Barcelona. Qué mal lo estaba pasando. Sus habitantes comían tres veces al día pero se sentían tristes y reprimidos por un poder sofocante. Querían una república independiente. Querían ser más que nadie. Querían satisfacer sus ansias políticas. Querían olvidar su pasado monárquico y español.
Ahora Barcelona detenta la exclusividad en Europa de ser una región que quería ser un país pero le salió mal la jugada. Por eso se ha vuelto exótica y la historia de su república se verá narrada por guías de su historia por las plazas de la ciudad. Los barceloneses dirán: lo intentamos. Y los españoles diremos: son raros estos catalanes. Y soberbios. Y maleducados. Y atrevidos. Y exóticos.
De todo hay en la viña del Señor.
No nos asombremos de los que a diario vemos. Es que tiene que pasar. Es que los hay muy atravesados. Y ladinos. Y sinvergüenzas. Y aprovechados. Y mentirosos.
jueves, 9 de noviembre de 2017
Voy a mirar en internet la manera de guisar un caldito gallego. Hoy he visto a un amigo que me ha dicho que el caldo gallego lleva nabo. Prescindiré de esa hortaliza. Otra cosa es que al caldo gallego se le echan grelos, que son los brotes del repollo. Yo echaré repollo, hojas de repollo. Sigo estudiando la genética mendeliana para la carrera de Psicología. Quiero empezar mi nueva novela con la historia de dos hermanas y dos gemelos. No escribo nada últimamente, la literatura para mí ha perdido mucho atractivo. Espero que cuando me meta en harina, volverá a resurgir la adicción a la tecla.
Por lo demás, los españoles debemos estar vistos en Europa como bichos raros. Tenemos a un presidente de una comunidad autónoma huido. Tenemos a cargos de esa comunidad autónoma que pretendió ser república independiente en la cárcel. Y tenemos unas elecciones de esa comunidad autónoma pronto. Como decía una mujer del barrio de Puigdemont: "¿Y toda esta payasada para qué?".
La vida nos sorprende como sorprendió a esa pareja de guardias civiles que iban por los caminos. El camino los fue sorprendiendo. Veremos cosas que nos asombrarán todos los días para después olvidarlas a la semana de pasadas.
lunes, 6 de noviembre de 2017
A mí todo el que quiere cambiar las cosas que funcionan bien me pone de los nervios. Y el que está todo el rato quejándose e inventando conspiraciones para que los pobres sigan siendo pobres y los ricos se enriquezcan más me ponen de los nervios. Yo no sé por qué los ricos son cada vez más ricos pero no me invento ninguna conspiración. Si los ricos se enriquecen más es por unas causas económicas, morales, políticas que las sabes o no las sabes pero no hace falta recurrir a que unos señores se reúnen en no sé qué sitio y hacen no sé que cosas para joder al prójimo. Los estúpidos que pensaron que las empresas catalanas iban a soportar una república se equivocaron y la gente que vio peligro de perder su trabajo se dejó de quimeras de independencia. Por eso digo que los que se quejan y los que quieren cosas nuevas me ponen de los nervios. Los que están ahora en la cárcel es porque han violentado la ley de forma tremenda, la ley de todos los españoles. Por eso digo que los que están todo el rato oprimidos pero comen tres veces al día me ponen enfermo, muy enfermo porque no hacen más que pensar en romper lo establecido para cambiarlo por algo que ni ellos saben lo que es. Suelen ser gente inestable, tonta, gilipollas, que da muchas voces porque no tienen razón y no dejan en paz al resto de la gente que disfruta de lo que tiene alrededor y no quiere novedades absurdas y locas. Conozco gente de esta que es populista, demagoga y mentirosa que no la quiero ni ver. Me gustaría que se fueran de mi lado para siempre y no me amargara el café.
En la asignatura de Psicobiología, nos han mandado dos prácticas: una consiste en pasar un cuestionario a una madre, a su hija y a una amiga de la hija. Se supone que la conclusión que se saque iría sobre la variable genética (la madre) si el cuestionario se parece entre madre e hija o ambiental si la hija se parece a la amiga en el cuestionario. Resulta que yo dejé mi email en clase pero no me ha llegado el cuestionario para poder hacer la práctica. Mañana martes tengo clase y le diré al profesor qué pasa con el cuestionario. Quizás di mal mi email.
La segunda práctica consiste en tomar café para ver si la cafeína actúa sobre la memoria. Se trata de que todos los de la clase bebamos café o descafeinado y luego vemos los resultados al tratar de recordar unas palabras. La práctica se llevará a cabo en clase. El que no pueda beber café se convertirá en el experimentador y debe ir a clase con unos termos. Yo no tengo termos.
Todo esto de la carrera de Psicología lo veo un poco raro, como si no me estuviera pasando a mí, o como si yo no debiera estar haciéndola. Mi matrícula está en tramitación. No sé si tengo derecho a asistir a las clases. Encima, este rollo de las prácticas no me gusta, me está resultando una lata.
El profesor de Psicobiología dijo que, una vez cumplidos los cuarenta, somos prescindibles pues ya hemos dejado nuestros genes a la generación siguiente. Viendo el caso desde una perspectiva biológica, tiene su razón de ser pero no creo que todo el mundo opine como ese profesor que a mí me parece un poco prepotente y ensimismado en su labor como docente. A lo mejor él no ha pasado los genes a la generación posterior porque tiene pinta de solterón.
Después de todo, no creo que estemos en el mundo exclusivamente para pasar la carga genética a nadie sino que estamos aquí rodando unos de una manera y otros de otra y no siempre se consigue una mujer o un hombre con el que procrear hijos que lleven tu impronta cromosómica. Pero ese comentario inadecuado de ese profesor me ha hecho pensar en mi carácter prescindible. Eso me pasa cuando encuentro gente que está segura de todo cuando yo no hago más que dudar en la vida. Dudo hasta de mi existencia y de mi yo. Así que hago caso de aquellos que lo tienen todo claro aunque pienso que ese tipo de personas que se explican el mundo con una teoría, ya sea científica, política o de otra índole son los que menos saben porque no dudan, porque creen fielmente que el mundo rueda del modo que le han contado desde siempre o ellos piensan. Hay comunistas en este mundo que sueñan con una revolución obrera y desde ese punto de vista lo explican todo, como hizo Marx con la historia y el mundo que vio, que lo redujo a una lucha de clases. Pues bien, hay gente que cree que somos simplemente biología, sustancias moleculares que se reproducen, una masa que piensa, siente y ama solo porque tenemos un cerebro que nos lo indica en cada ocasión. Y el alma no lo ven por ningún lado. Ven cromosomas, neuronas y tejidos. Lo peor de todo es que no dudan de que el mundo funciona como lo han estudiado y en eso creen.
jueves, 2 de noviembre de 2017
Recuerdo el mar rompiendo en mi piel allá en la Playa de San Lorenzo de Gijón. Recuerdo los paseos que me di con mi hermano por la ciudad, viendo el acuario, viendo las estatuas, viendo las calles, viendo el mar. Echo el mar de menos, esa presencia mayúscula en los ojos, ese olor, ese rumor.
Me leí un libro que compré en Gijón, de Luis Landero, pero no me gustó mucho. Pasamos muchos días en el pueblo, alternando con los vecinos de allí, pasando las mañanas y las tardes tranquilas en la plaza, en los bares, en Babia.
Luego vine a Majadahonda. Las fiestas. Me apunté a Psicología. Ahora voy a Pozuelo, a las clases que dan en un edificio que se llama "Reyes Católicos". No encontraba la manera de escribir algo interesante aunque tenía una idea de lo que quería escribir pero no me convencía.
Di muchos paseos a Las Rozas, a matar el tiempo, a pensar mientras andaba, a olvidar que no tengo problemas.
Cuando llega la noche descanso tranquilo.
He empezado las clases de Psicología en el centro Reyes Católicos de Pozuelo. Hay que hacer unas prácticas (pasar un test y averiguar si el café afecta a la memoria). Pero bueno, las clases pasan bien, no se me hacen largas. Hoy voy a ir a una clase de Psicología social.
No me pongo con la escritura, no escribo nada aún. Me pone nervioso este hecho. Yo debería escribir un poco, lanzarme a escribir.
No tengo historia todavía. La que tengo no me la creo del todo, no me acaba de gustar.
Me estoy leyendo "Taxi" de Carlos Zenón y el modo de expresarse este autor me gusta, es bastante curioso.
La vida va pasando a pesar de todo, a pesar de nosotros mismos, a pesar del odio que la tengamos, a pesar de los minutos horribles de la decepción.
Poco a poco, yo me iré sacando la carrera de Psicología pero esa historia está por escribirse, está en el aire aún.
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