Mientras vas viviendo, vas conociendo gente. Y existen las coincidencias. Y existen los acontecimientos que juntan a dos o tres personas en el mismo quehacer. Y luego la gente va vagando en sus vidas sin acordarse casi del quehacer y de la coincidencia que unió dos o tres cuerpos y mentes para hacer una cosa en común. Los escritores se unían entre ellos para hablar de lo que escribían. Y hacían viajes, como Gide, como Wilde o como Máximo Gorki, que llegó a dirigir la Revolución soviética.
En fin, todos vamos a una aunque no lo parezca pero hay ya quien se ha quedado en el camino dejando un feliz recuerdo porque fue buena persona. Quién sabe lo que queda por hacer, las paces que firmar, la aceptación del otro que hay que asumir, las guerras que quedan mirándonos en el futuro como horrorosa quimera y los proyectos de vida que hay que ir cumpliendo cada tarde en la obra, frente a un volante o un ordenador.
Comamos, bebamos, pongamos gordos y a lo que digan los demás, oidos sordos.
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