El oficio de escritor precisa de mucha paciencia pues doscientos folios no se escriben de la noche a la mañana. La longitud de una novela es precisamente esa y una novela exige dedicación y buen hacer; pero sobre todo, tiempo. Así que no se le puede exigir al novelista predisamente prisa. Es como un orfebre o como un pintor que plasma su manera de ver el mundo en una pieza única.
Mi novelas no valen un pimiento aunque también me han llevado tiempo. Dice un consejo de guionista que leí en un libro: escribe tu primera novela, deja que la lean tus amigos y familiares y luego tírala y escribe una novela como Dios manda.
Así me ha pasado a mí, que mi primera novela no resiste ni la menor lectura crítica. Pero es la manera de aprender de los propios errores y continuar con la tarea, que no es fácil.
El otro día oí decir a un escritor que de su trabajo solo viven cincuenta escritores en España.
A mí me gustaría ganar un premio literario.
Bueno, se trata de escribir y me dispongo a ello. No todas las canciones que escribieron los cantantes son buenas ni tiene que serlo. Con la intención de entretener el rato se hace todo: escribir y leer.
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