Me dispongo a añadir unos renglones más a mi novela. Mi novela no debería tener las aspiraciones de otras novelas como "Crimen y castigo" o "Luz de agosto" de Dostoviesky y de Faulkner respectivamente. Mi novela es de andar por casa, mi novela no cuenta más que cosas volanderas y casuales, tal cual me vinieron a la cabeza. De todos modos, esas dos novelas que he nombrado no las lee ya ni Dios por lo complejas que son y los sentimientos profundos que expresan. La gente de ahora no quiere oír más que de zombis y de crímenes al atardecer. El exito de mis novelas vendrá, si un día viene, por lo de entretenidas que tengan, por lo bien que hagan pasar el rato, por lo original del caso, quizás.
La gente es ya de playa y de nieve y no quiere autoridades que escriban como manda la Academia ni que pongan casos en la narrativa de ejemplaridad ni nada de eso. La gente quiere entretenimiento como querían los romanos en el coliseo, que haya sangre y lucha, acción, nada de reflexión ni de romperse los sesos. Vengan zombis y detectives y marcianos y desatres nucleares. Pues bien, yo de zombis paso. Me arrimo a la historia bien escrita, sea esta de una fregona o de un dependiente de ultramarinos.
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