Son las cinco de la tarde del sábado día 5 de agosto. El paso del jueves al viernes día 4 ya avisó: una noche muy cálida y sin apenas brisa auguraba otra ola de calor. El viernes hizo un calor inmenso y hoy sábado sudamos todos sin quererlo. Seguro que hace una temperatura de cuarenta grados para arriba. Esta mañana hemos bajado todas las persianas y me he levantado sin ganas de hacer nada. No he ido a comprar nada de comer, solo una barra. En la calle, el agotamiento solamente por andar era la norma.
Ahora, a las cinco, después de haber comido gazpacho y una lata de calamares en su tinta, he intentado dormir pero no he podido. Mi casa está a oscuras. Fuera, se adivina un calor infernal. En Radio Nacional, en su programa "documentos", han hablado del cambio climático. Todos los años se rompen records de calor en el sur de Europa. La gente parece que se conciencia. Ojalá prefiriera no hacer nada, quedarse en casa, que coger el coche para hacer el gilipollas. Y no comprara cosas absurdas llenas de envoltorios de plástico. Ya te digo. Además, he estado viendo en la tele este mediodía un programa que se llama "héroes invisibles" que va de gente que vive en barrios pobres keniatas (slams) o gente que lleva a residencias a niñas embarazadas que mendigan en las calles de Nairobi. Después de ver ese programa, en el que salen niños esnifando plástico para no sentir hambre, llenar la botella de agua del grifo me parece una especie de milagro cotidiano al que no doy la necesaria importancia.
Pero lo que hay que relatar hoy es la ola de calor que nos asola. Ella es la verdadera protagonista de nuestros días de primeros de agosto porque no nos deja hacer una vida normal, sino recluirnos hasta las ocho de la tarde que es cuando ya se puede salir a la calle y con todo y con eso, se suda la mar de bien.
Ojalá se reconvierta el proceso y todo vaya bien porque no se sabe si la humanidad se adaptará a una atmósfera que ya estuvo así hace 2000 años, concentrada de gases en una proporción inusitada.
Son las 5 y 22. La casa está a oscuras. El calor, fuera, nos recuerda que somos mortales y torpes. Yo ayer vi una película de fantasmas, "Los otros" y no estuvo mal. Hoy, el fantasma es el calor, un fantasma grande, cruel y poderoso. Temámoslo.
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