Ayer fui al teatro y me reí, cosa cada vez más insólita en mí, la risa. Se me oxigenó la mente. Lo noté así. Salí de la función más despejado mentalmente. Se le puede llamar risoterapia. Puede ser el efecto del humor en el cuerpo y en la mente. Me siento mejor hoy por la mañana, aunque hace frío en la calle. Ha vuelto el invierno a finales de abril.
He leído las noticias. La corrupción hace mella en el partido del gobierno pero ningún otro partido esta preparado para gobernar. La vida, a veces, anda escasa de todo y nos tenemos que conformar.
La gente ya no pasa hambre del todo sino que tiene adónde acudir a por comida y ropa aunque sea usada.
Hay un millón y medio de familias con todos sus miembros en el paro. Escasea el trabajo, medio de vida de la gente pobre.
Hace viento fuera, lo veo desde mi habitación. Ese viento se podría llevar de una vez la ansiedad y el mal humor, la escasez, la corrupción y el hambre. Pero no. Ese viento lo que hace es agitar todo eso y revolverlo con furia para que se note más.
Yo quiero fumarme un cigarrillo y dejar de decir verdades pequeñas. Yo desearía fumar un cigarrillo y viajar mínimamente para sentirme grande. Yo anhelo un cigarrillo y el humo que produce que se estira como el deseo hasta que se ve cumplido.
El mundo está ahí pero nada sé de él.
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