El escultor que tiene en mente la escultura ya hecha y acabada, la acabará antes y mejor que el que no sabe qué resultado final es el que persigue. Así pasa en el mundo, que hay dirigentes, escritores, arquitectos y demás que no saben cómo acabará lo que están haciendo. Todos deberíamos firmar un contrato con la idea que tenemos de lo que nos tenemos entre manos. La vida es muy incierta para dejar nada al azar.
Por otro lado, vivimos entre incertidumbres, entre zozobras que nos conducen a la no conclusión de nuestros proyectos personales.
Es mejor no dedicarnos enteramente a algo que nos resulta demasiado abarcador porque tendremos serias dificultades para llevarlo a cabo.
Es mejor ir paso a paso, midiendo el terreno, avanzando poco a poco pero con la idea fija de lo que queremos en la mente.
Aunque también dicen que no se sabe el resultado de las cosas hasta que nos ponemos a la tarea. Lo que era difícil antes de empezar, cuando se inicia, parece que toma forma y que va hacia adelante por la mera decisión de comenzar la obra.
Hagamos algo, pues, lo que sea, como sea y así estaremos ocupados en estas épocas en que el ocio y el dispendio de las horas hacen que la gente esté desorientada y triste, aunque llena de trastos.
Ponte a hacer algo, es lo mejor.
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