¿Dónde está el humor? ¿Y las personas divertidas? ¿Y el juego con el lenguaje? ¿Y las sonrisas o las carcajadas? Yo no me rio en todo el día. Con ver las noticias o mirar como está el prójimo, con una cara larga hasta el suelo, ya tienes anestesiado el humor para todo el día. No se llega a fin de mes, todos son miedos económicos, sociales y de pareja. Miedo a los ocupas, miedo a los delincuentes, miedo a un atentado. Todos esos miedos quitan las ganas de reír.
Entonces, ¿para qué vivir esta vida sin una sonrisa en la cara que nos dé ánimo y ganas de vivirla? Quedaron atrás los años en que todo era disparatado, en que señalábamos a la vecina, al albañil, al político y hacíamos chistes de ellos. Ahora nos quejamos amargamente de los corruptos, vemos que la vecina y nosotros mismos nos recatamos, atesoramos nuestra vergüenza para que nadie se ría de ella, el albañil no tolera ninguna broma y el político es una persona muy seria que quiere cambiar el mundo y nosotros le seguimos en el intento diciendo las mismas tonterías que él dice en el Parlamento. Todo está escondido, lleno de solemnidad, una solemnidad hueca en la que creemos, sin embargo y nada, nada de lo público ni de lo privado nos hace reír. Con lo sano que es una carcajada. Tendríamos que estar riendo todo el día para que el siguiente fuera más llevadero.
Ríete aunque sea enfrente del espejo.
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