Recuerdo varias conversaciones en el pueblo que me dieron algo de moral estando allí, pues el día se me pasaba muy lento y sin ver a nadie. Recuerdo primero la conversación con Carlos, conocido como Carlancas el del húngaro, pues su padre era húngaro que trabajaba de informático en IBM. Carlancas es profesor de secundaria asignatura matemáticas y compró mi libro y animó a otro amigo, Pepe "el largo", a comprarlo: el libro se titula "El profesor enfermo" y narra mi vida de universitario y profesor y también mis problemas con mi enfermedad. Con Carlancas hablé de educación y del embrión humano y de la gente del pueblo. Luego charlé una noche con Marimar, la hermana de "Tatín". Mi hermano y yo le contamos la vida que hacemos por aquí, por Majadahonda y tal y le hablamos de nuestra enfermedad, de la asociación "Tú decides", etc. Luego, tuvimos varias conversaciones nocturnas con "el colorado", conversaciones que lograron que mi hermano Paco pensara mejor su relación con algunos del pueblo con los que había tenido algunos conflictos. José, "el colorado", que le llaman así porque tiene la piel muy blanca y en cuanto le da el sol, se le pone colorada, le dio ciertos consejos a mi hermano para que pasara de la gente que no merecía la pena hacerla caso. También hablamos con la Magdalenita, una chica grandiosa en todos los aspectos y que nos hizo compañía en la plaza por las tardes hablando de sus cursos, de su profesión como enfermera, su vía crucis con lo del virus, etc. Gracias a ellos, la vida en el pueblo no se me ha hecho tan dura. No hablo aquí de mis primos, que me ofrecen su casa y damos vueltas por ahí con ellos. Estuvimos charlando en la piscina y fuimos a Valdeprados, un pueblo muy bonito. Se lo agradezco a todos esas horas de plática.
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