El viernes pasado nos vinimos del pueblo para ponerme la inyección del antipsicótico. Hoy, miércoles, ya me la he puesto. Y nos vamos otra vez al pueblo. El viernes estábamos esperando al autobús que nos llevara a Segovia cuando pasaron Sandra y Rafita con el coche y se prestaron a llevarnos. En Segovia compré El País y estuve un tanto nervioso hasta que monté en el autobús y me puse a leer el diario. Se me pasó el tiempo divinamente. Llegamos a Moncloa, comimos y nos estafaron 2 euros en la comida, cosa que me disgustó pero luego, a la tarde, se me pasó. Fui a Las Rozas andando y no pasé mucho calor (fui a eso de las 6). Durante 3 días seguidos hice unos 20 kilómetros andando por las tardes. El lunes paré de andar y lo lamento pues me estoy poniendo gordo. He de buscar un itinerario en el pueblo para pasear por las tardes pues siempre viene bien el ejercicio. El martes me sentí mal por la mañana por obsesionarme con el tabaco y por unas palabras que le dije a mi primo Perico en el bar, que no tenía que habérselas dicho. Pero bueno, el malestar y la angustia duraron solo esa mañana. Por la tarde ya estuve bien. El viernes, a la llegada a Majadahonda, me corté el pelo; el lunes devolví los libros de la biblioteca de Majadahonda y de Las Matas; ese lunes no pudimos tomar una coca cola en el Van Gogh de Las Matas pues estaba cerrado. Hoy me he puesto la inyección y le he regalado a la enfermera mi libro "El profesor enfermo". Se ha llevado una alegría. Hemos comido de menú y a las 5 o 5: 30, nos piramos al pueblo otra vez.
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