De aquí se ha ido hasta el gato. Un día como hoy o estás en la playa o no estás en ningún sitio. Es más fácil encontrarte a tu primo en Benicasim que en Madrid. Bueno, saldremos adelante como otro año más. Aquí ves a los sudamericanos y a los marroquíes, sin ofender ni a unos ni a otros, que pasean con sus hijos por parques infantiles desolados, solitarios, derrengados por la despoblación. Los autobuses vienen casi solos, las aceras guardan al ciudadano desgraciado que, por unas causas o por otras no puede pisar un paseo marítimo en condiciones. Las gentes se aburren en sus casas o ven esa serie que lo está petando: "Tierra amarga" que va de un tía que se casa con otro tío para salvar a su enamorado: un dramón en toda regla con el que sufrir lo solo que estás estos días y los que vienen de agosto. A algo hay que engancharse: puede que también la cocaína venga bien pero no tienes a quién vacilar. La pena acude a tu corazón sin playa pero no te derrumbes, quizás al año que viene consigas montarte en un talgo y marcharte al reino de las toallas. Ojalá.
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