El lunes me voy al pueblo. ¿Qué haré allí? Asistir a un carrusel de cañas y de pinchos todos los mediodías si quiero hablar con alguien. Pero los de las cañas y los pinchos no son de mi agrado, así que iré al café después de comer a ver qué tal y luego me tumbaré la siesta a oír la radio. Parece mentira que a mis quintos no los vea en todo el verano quizás porque tienen hijos y no van al bar o nunca van al bar, así que no los veo nunca. A lo mejor, después de comer me suba al pueblo de al lado a tomar café pues allí hay conversación. Quizás me lea los cinco libros que he llevado al pueblo. Quizás no vaya tanto al bar como hice el año pasado, ni hable con mucha gente pues lo considero un tanto innecesario, pero sí que saludaré y daré el atendido a quien corresponda. El invierno en el pueblo ha sido muy duro, con cierres de bares y demás y quizás la vida no esté como para celebrarla así como así. Lo que más me jode es que para ver a mis quintos tenga que pagar, podrían pasarse por el bar de cuando en cuando.
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