Me levanto a las 7:10 para acompañar a mi hermano a un análisis de sangre. Ayer, paseando, empecé a pensar qué haría si me quitaran la pensión: estudiaría una oposición a bibliotecario y me pondría a buscar editoriales para mis novelas. Desde luego, no me quedaría parado. Pensé en el colchón económico que tengo porque he sabido ahorrar. En el documento en el que se me adjudicaba la pensión se explicita que si el Estado no puede darme esa pensión, no me la da. La pensión no es un derecho. Es como el derecho a vivienda: hay que comprársela. Otra cosa es que la vivienda se ponga por las nubes y luego haya desahucios y cosas de esas, que es una jodienda. Por cierto, ya ha dejado de haber jubilados que se quejen de la pensión: es lo que pasa con los gobiernos socialistas: nadie se queja. Los gobiernos socialistas engrasan bien la maquinaria electoral: esto es, dan subsidios y dinero a toda la gente. La gente los vota. Los obreros, estudiantes y demás viven bien durante un tiempo hasta que se acaba el dinero. Se crea paro, inseguridad económica y hay derroche. Total: la ruina económica hasta que viene la derecha y vuelve a resurgir la economía. Se los tacha de corruptos y de franquistas. Se les echa. Vuelve la izquierdona a gastar y así. El ciclo político español es así. No hay vuelta de hoja.
La vida es como una caja de bombones pero hay cosas ya muy previsibles en la vida porque se repiten.
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