Así es la vida: preocúpate de vivir que ya te llegará la muerte. Estoy leyendo una novela en la que un pintor recibe todos los días a una jovencita y se la folla. Muchos estarían contentos de tal plan pero el pintor no hace más que preguntarse sobre el tedio que le produce esta chica y de si esta chica es real o irreal. Como des muchas vueltas a la vida, esta se convierte en una especie de muerte adelantada. Pero si solo te preocupas por la vida te conviertes en un insulso que juega a las cartas todos los días como si le fuera la vida en ello.
En fin, en la vida reside la misma muerte y quién sabe si tras la muerte no habrá algún tipo de vida. No sabemos muchísimas cosas de esta vida: por qué sufrimos, por qué nos alegramos, qué somos verdaderamente, qué pintamos en el mundo. ¿Qué vamos a saber de la muerte si cada uno la experimentamos una vez y no podemos contarla?. Es lo único que no podemos contar: nuestra muerte.
Pero podemos contar todo lo que nos pasa, con gracia o sin ella y el que más se acerque a contar la vida y sus misterios creo yo que sabrá más de la muerte que otros, que viven su vida pero no la cuentan a nadie porque no saben siquiera contarla. Entre listos y estúpidos hay siempre un término medio y entre el conocimiento de la vida y de la muerte también.
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