A veces tiene uno la cabeza llena de fantasmas. Los fantasmas pueden ser unos números que reflejan dinero que hay que pagar, como una hipoteca (no es mi caso). Otras veces el fantasma es un plazo, un plazo que viene y tienes que cumplir con él. Otras veces el fantasma es la sombra de una enfermedad, como por ejemplo, el cáncer. Pero otras veces, ese fantasma respira, puedes sentir su aliento y además está hecho de carne y está a tu alrededor y a veces, ese fantasma cobra forma de lengua viperina y está tocándote la moral durante un tiempo. Esos son los peores fantasmas porque están hechos de carne, son fantasmas que se transfiguran en forma humana y te joden la vida porque son fantasmas asquerosos que se meten en tu vida y la revuelven de mala manera. Son esos que tienes a tu lado. Son fantasmales, sí, como si no estuvieran pero están y dan asco.
Son esos seres azules e hipócritas que dicen que lo hacen todo por tu bien. Y te joden vivo.
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