A mí no me gusta el enfrentamiento. Me gusta ser diplomático y no encrespar los asuntos demasiado. Es un arte el callar o el decir poco y bien, no estar todo el día como una cotorra y cuando tienes que decir algo con lo que mantienes tu puesto y tu dignidad, callártelo. Es mejor en esta vida que no te ataquen pero si te atacan o te molestan, es mejor decir algo, lo mínimo, para mantener tu orgullo y tu territorio a salvo.
La verdad es que yo tengo una naturaleza obsesiva algunas veces y repito muchos los temas pero no para hacer daño. Es fruto todo de mi obsesión y de no saber o no poder parar.
Pero la verdad es que en mi vida me he conducido tranquilamente, sin dar muchas voces, sin levantar crispaciones. Lo peor es cuando uno o una coge confianza conmigo y se cree con derecho a dirigirme la vida. Entonces me tengo que poner firme con pocas palabras: no voy a hacer eso que tú dices. Punto.
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