Qué loca está la gente. Hace cosas de locos: desprecia a la gente sin motivo, se gasta todo su dinero en compras compulsivas, se emborracha hasta perder la conciencia y la vergüenza, come como un gorrino, envidia hasta hacerse daño, da la plasta sin darse cuenta de que la da, pide cigarrillos, 20 céntimos, se hace la víctima si no consigue lo que quiere, pega a su padre, pega a sus hijos, rompe la baraja y el dinero cuando se encoleriza. La gente está tocada, muy tocada. Será la crisis, los nervios, el carácter, la locura misma que anida en los corazones de la gente.
Yo estoy diagnosticado, esa es la ventaja que tengo. Sé qué tengo por dentro y no creo que haya mucha gente que haya sufrido las torturas mentales que he sufrido yo. Y las he aguantado y me las he comido y el único que las ha sufrido conmigo ha sido mi hermano al que le he contado la misma historia veinte veces. Son obsesiones, torceduras de pie de una circunvalación cerebral. O las sustancias, las malditas sustancias que me sobran o me faltan.
En fin, la gente está loca a nada que la mires. Insulta, da voces, se desquicia. Lo importante es saber que está loca, que nadie se salva.
La locura es como una autopista. Al final, todos la cogemos.
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