Tan quietos en su accidente fatal
que parece que no van a ningún lado
aunque diga la iglesia que sí:
que los que son buenos,
que los que tienen fe,
que los que han sufrido como Dios manda
irán a un sitio de mucho algodón mullido
a reposar sus cabezas en una Gloria y además, eterna.
Lástima que cuando yo veo muertos por el telediario
están rebozados de un dolor mudo que inquieta,
muestran un asombro ante la nada
que yo no les veo el alma
por ningún sitio.
Sólo veo su muerte como una quietud desasistida,
abandonada ya a la luz, conmovida de repente y no me dan ganas de pensar en el cielo de los curas
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