Los ancianos nonagenarios dan problemas de vez en cuando. Los que estamos cerca de ellos, tratamos de solucionarlos si podemos y si no, acudimos a otras personas que tienen más ascendente sobre los ancianos nonagenarios para que puedan actuar. Paco y yo no contamos para nada a la vista de ese anciano que es mi padre. Mi padre solo hace caso a mi hermana. Mi madre sí se deja asesorar y no dice ni pío sobre las medidas que se toman sobre ella. El fin de semana pasado fue una muestra de los problemas que dan los ancianos: mi madre empezó a hablar incoherentemente, tenía una especie de demencia. Yo llamé a mi hermana. Mi hermana llamó a sanitarios. Los sanitarios dijeron que mi madre tenía infección de orina. Le dieron un antibiótico. El domingo por la noche ya pudo dormir bien. El sábado por la noche se la tiró prácticamente en vela, al igual que mi padre. Mi padre me reconvino por haber llamado a mi hermana. Todo es un sin sentido porque mi padre y mi hermana nos consideran como enfermos o gente que no puede actuar por su cuenta. Da igual.
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