Todo esto que me ha pasado, me está pasando y me pasará tiene un sabor agridulce. Me lo trago pero me sabe entre bien y mal. Ayer discutí con mi hermano. Hoy le dan libertad.
Espero que todo haya sido como una pesadilla y ya me haya despertado.
Las cosas se ven a poner peor o mejor, no sé, pero esto ya se repite y no mola. Mi hermano debería oler la tragedia antes de que aparezca y actuar en consecuencia antes de caer en el mismo error de siempre.
Mi hermano no es que sea mala persona pero le gusta confundir a la gente y no se conoce bien a sí mismo y parece un mal enfermo.
La vida es así: unos saben lo que se debe hacer y otros no.
Los que no saben lo que hay que hacer, yerran.
Ojalá todo sea para bien y mi hermano espabile un poco como la llama de una vela que da algo de luz y no se apaga de repente.
En fin, otra vez la misma historia, morir de amor.
No le pido otra cosa a Dios que mi hermano recapacite.
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