Nosotros, los enfermos mentales somos como un filete lleno de nervios, como una máquina moderna de esas de cocina que confunde los ingredientes y los pasos a seguir para sacar adelante el plato. Vemos cosas que otros no ven, oímos cosas que otros no oyen y pensamos cosas que no se le ocurrirían ni al mago más superferolítico del mundo.
Pero no vayamos a engañarnos: sabemos más de la vida que otros que presumen de saber de qué va la vida. Porque sufrimos mucho, nuestra cabeza es como una cafetera hirviendo que no nos deja dormir.
En fin, si no conoces a un enfermo mental, ¿para qué hablas de ellos sin ton ni son?
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