Otra vez he llegado a un punto en que la novela que estaba escribiendo se me atraganta y no puedo seguir. Pasarán dos o tres meses y no la habré acabado aunque tenga puesto ya el punto final. Y es que mi novela tiene defectos interiores. O sea, que hay cosas al principio de la novela que no casan bien con el final. Al personaje principal yo pensé en un primer momento hacerle pasar por un proceso de mobbing en el trabajo pero al final no lo hice quizás porque ni yo mismo sabía cómo hacerlo, cómo imaginármelo. El caso es que la tragedia final viene por otros acontecimientos literarios más bien familiares.
El principio de esta novela me costó un montón darle forma. Lo escribí y lo escribí un montón de veces. No digo que sea muy bueno el principio de esta novela, sino que me costó mucho diseñarlo.
Luego la novela coge unos derroteros un tanto extraños pero no tan excéntricos que la hagan rara al lector.
Si quieres que algo salga bien, dedícale tiempo.
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