Estos días de atrás, desde el miércoles de la semana pasada, he procurado andar a Las Rozas y volver a pie por la mañana y por la tarde todos los días. A veces, al llegar a Las Rozas, me subía a un autobús y venía montado. Ha sido un ritmo vertiginoso que se rompió ayer jueves pues las piernas no me daban ya para más. Me daban unos dolores en los pies y en las piernas muy ostensibles y se ha juntado todo ese cansancio con un virus que tenía mi hermano que me ha atacado a mí también al estómago. Estos dos últimos días estaba tan rendido que cualquier cosa me costaba un montón.
Dice el refrán que de los cuarenta para arriba no te mojes la barriga, como para dar a entender que pasada esa fecha, no se deben hacer excesos.
Pero he estado muy entretenido yendo y viniendo al pueblo vecino y andar me ha venido muy bien mientras lo practicaba, no así su consecuencia final. Andar es un deporte como otro cualquiera y que cansa tanto o más que correr o nadar. Yo procuraré seguir andando pero con más mesura, sin tanta tenacidad porque me iba bien ir pensando mientras caminaba.
De todo se aprende si estás atento.
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