martes, 29 de septiembre de 2015

He mandado mi novela "La africana" a la editorial Tusquets. Como ahora se puede mandar el manuscrito en formato word y por correo electrónico, pues la verdad es que no cuesta porque no hay que hacer fotocopias y es muy cómodo. El caso es que la mandé el jueves pasado y hoy es martes y no he tenido contestación. No sé qué pensar. De todos modos creo que mi novela no tiene entidad como tal comparándola con aquellas en que hay una introspección grande sobre los personajes, una visualización de los ambientes y de la acción y un orden en lo narrado. Así que no tengo muchas esperanzas porque mi novela está algo desmañada y por hacer. Está hecha a trompicones cada tarde y sin una unión clara entre los hechos. No creo, pues, mucho en mi novela pero si a un lector de esos que emiten juicios sobre ellas le gusta, pues yo no tengo nada que decir sino que me la publiquen y yo tan contento. Solo que espero que me contesten pronto poruqe ya va siendo hora.
Leyendo ayer la vida de un poeta, me di cuenta de que debemos ser coherentes con nuestros proyectos y forma de pensar, no dejarnos llevar por modas generacionales que no conducen a nada. Uno, en la vida, sobre todo, ha de ser auténtico, no parecerse a nadie. Y aunque intentemos parecernos a alguien, no lo conseguiremos pues siempre seremos únicos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.
Y hay que dejar hecha una obra antes de morirnos, hay que dejar una huella, aún no sé por qué, pero hay que dejarla.
Ese poeta se exilió de España y se fue a vivir a México y trataba en sus poemas temas trascendentales del hombre. Tituló su obra entera "La realidad y el deseo" y es que ese poeta vivió siempre desenado llegar a experimentar una realidad que nunca pudo experimentar. Y tampoco pudo dar cauce a sus deseos. Ese poeta se llamaba Luis Cernuda y es un gran poeta que excede la adscripción a la nómina de la generación del 27. Es un poeta único, original, auténtico.
 

domingo, 27 de septiembre de 2015

Hablamos ayer de las familias, qué poco se entienden, qué poco se ven. Y hablamos de la generación "y", que va detrás de la nuestra que es la generación "X". Las personas ya no dedicamos tiempo a las personas. Nos mueve el interés. Si no hay nada por medio, no visitamos a nuestra madre ni mucho menos cuidamos de ella. Hay un egoismo latente en nuestras relaciones y un hedonismo que da asco entre las generaciones que vienen detrás de nosotros, de la genración x. Todo es pasarlo bien sin mirar si uno lo pasa mal.
Es triste pensar que padres que tienen ahora cincuenta años han criado hijos que se desentenderán de ellos y vivirán una vida al margen de ellos también. Son gente desagradecida y que encima exige porque también los padres han sido tontos de darles todo lo que querían. Se han convertido los hijos en tiranos de los padres a los que han exprimido para no darles luego ni las gracias.
Es una pena que haya tanto egoismo, tanto individualismo, tanta independencia y se pierda el respeto y el amor a los mayores de esa manera.
A mí me eneñaron a  respetar a mis mayores pero mis mayores se hicieron de respetar.

jueves, 24 de septiembre de 2015

No somos nadie, vivimos de prestado, estamos en un hilo, hoy te toca a mí, mañana a mí: son expresiones para manifestar la fragilidad de nuestra existencia en la Tierra. Pero generalmente, la vida es un poco más generosa de lo que dicen esas advertencias. Nos saludamos con la gente que conocemos un día sí y otro también y nosotros pensamos que el día de mañana albergará nuestro ser una vez más. Pero la vida también es caprichosa y cruel algunas veces. En fin, como dice otro refrán: no hay que confiarse en esta vida hasta que no se tenga un pie en la tumba.
Me pongo fúnebre últimamente y no sé muy bien por qué es. Quizás salen tantos muertos en la tele que no las tengo todas conmigo. Lo peor es que la películas que echan son una colección de muertos que ni nos asombra ni nos inmuta: donde echen un buen polvo o un beso muy bonito, que se quiten todos los crímenes y pistolas de Holliwood y toda esa recua de héroes de pacotilla.
La violencia es asquerosa, ¿por qué la fomentan?

lunes, 21 de septiembre de 2015

Levantarse para nada útil, para nada productivo. Levantarse solo para dar un paseo largo hasta el pueblo colindante. Por las mañanas ningún acto intelectual brota de mi cerebro que está embotado. Mis escritos, que podría continuar, son como impedimentos que están ahí quietos sin poderlos limar, pulir, agrandar, ensalzar. Así que cojo la carretera que va a Las Rozas y me lío a andar, a desentrañar unas ideas mientras camino. Y quizás tome alguna determinación que me haga ponerme por la tarde a hacer algo literario, como apañar mi novela inconclusa después de echarme un rato. Mientras estaba esta mañana en la cama pensaba en el corto recorrido de mis pasos que voy a dar hoy. No saldré de la ciudad apenas, no tomaré vehículo alguno que me traslade a ningún puesto de trabajo. Mi trabajo está en mi habitación e incluso ese se hace de rogar. La vida para mí es como el recorrido de un pez en una pecera. Quizás el pez sueñe con extensiones de agua como los océanos. Yo sueño con extensiones de vida como el gran mundo pero estoy en la pecera.
Si tu vida te reduce, haz grande ese trozo de vida.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Parece que nuestras vidas están regidas por la angustia, el agobio de tantas situaciones estresantes que vivimos. Los refugiados, las guerras, el islamismo, el paro, la economía y un largo etcétera atemoriza nuestro corazón poniéndolo rígido como las arterias de un fumador. Y además, ese deseo de mejorar, de competir con el de al lado que nos impone mayor rigor en nuestras vidas. Nunca estamos conformes sea por los resultados mundiales del exterior sea por los resultados interiores de nuestras vidas. Nuestras metas parecen insignificantes una vez conseguidas, perece que siempre debemos mudarnos a un pueblo despoblado de Castilla y empezar de cero, parece que nuestra vida es digna de desaparecer por el retrete, parece también que el mundo se va al infierno por correo urgente. Es lo que hay. Hay que sufrir constantemente por lo que se tiene pero también por lo que no se tiene. En fin, un sinvivir.
Si no te gusta tu vida, intenta al menos vivirla.
Por las mañanas estoy como un pato en el Manzanares: torpe, triste y solo. Hasta que me espabilo pasa su buena media hora sin saber dónde ir. No tengo ganas de moverme a ningún sitio, la pereza hace presa en mí. Estoy por casa fumando, arrastrando mi cuerpo como lo haría un mulo viejo y cansado. Luego, después de que mi cuerpo se sacude la pereza quizás voy a comprar el periódico o a leerlo a algún bar y me da la una y ya tengo que hacer la comida. Mi cuerpo y mi alma son perezosos como un tren que tarda en arrancar de su estación. Nada interesante me mueve a hacer cosas, todo me parece baldío y sin sentido. Sin embargo, a partir de las cuatro, mi cuerpo parece otro: se mueve con mayor soltura, pide movimiento, está más de acuerdo con la vida pero ya es tarde porque ha pasado toda la mañana, el amanecer, las nueve de la mañana, ese frescor vivificante. Yo solo funciono por las tardes, como un estudiante malo, como el olor de las rosas, como un cumpleaños de niño mimado.
La pereza es mala pero a veces nada se puede contra ella.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Podemos hacer multitud de cosas durante el día: pasear, cocinar, dar un beso a la novia, revisar la novela que se está escribiendo, quedar con unos amigos, tomar un café en una terraza, fumar un cigarrillo que sabe muy bien, incluso andar a la estación a ver pasar los trenes de cercanías y fijarse bien en los pasajeros no sabe uno muy bien para qué. Pero si te despiertas tarde; por ejemplo, a las 12, ya vas como cabalgando de mala manera el día porque el día ha salido al trote esa mañana y te ha pillado en la cama. Quizás se arregle el día por la tarde y hagas cosas interesantes a partir de las tres.
El caso es que con los días nunca se sabe: tú te despiertas con la mejor intención del mundo y ese día te decepciona amargamente y otros días no das un céntimo por la luz del sol que te alumbra y lo pasas genial de cualquier modo.
Tú eres tú y los días son los días.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Morirse es la última cosa que hacemos obligatoriamente en nuestras vidas. Nos morimos solos. Hay que hacerlo, sobre todo, con la conciencia tranquila. Si se muere uno de muerte brutal, uno ni se da cuenta de ello y se va uno como se vino, haciendo el bruto. Si se muere uno en la cama, reconfortado por algún ser querido, se muere uno fetén, se muere uno como la Gloria.
Morirse no duele, lo que duele es la enfermedad que te mata. Morirse es un pequeño tránsito que resulta horroroso imaginarse pero que da tranquilidad muchas veces en que la vida nos es penosa y horrible de vivir.
Morirse ni se piensa en los días en que somos felices y disfrutamos de la vida pero hay personas que siempre, como una obsesión, tienen la muerte presente amargándole el dulce de la vida feliz.
Morirse es ley, es obligación y es la democracia más perfecta que existe. Muere el pobre, pero también el rico. Muere el oprimido, pero también el opresor. Morimos todos y no hay mayor igualdad que esa.
Morir es triste porque no sabemos qué hay allá detrás.
Parece que no tengo nada que hacer y de repente me surgen tareas que me ponen nervioso. Aparte de hacer la comida, he de ir por leche, he de llevar las películas a la biblioteca, he de ver si me matriculo en Psicología, etc. Parece ser que en mi ordenador no me puedo matricular pues tengo un navegador que no va con la página de la uned. Por la tarde no sé si imponerme el hecho de escribir aunque sea a la fuerza o ir a dar un paseo a Las Rozas.
Me he despertado mal pero en un bar parece que me he serenado leyendo algo de Chesterton en el periódico. El hecho de leer me ha serenado. También he leído algo de Dalton Trumbo, otro escritor que estuvo perseguido por la caza de brujas de EEUU.
Luego he ido a la biblioteca pero estaba cerrada porque hoy es fiesta en la ciudad. Deseo con fuerza la hora de la siesta que me tranquilizará y me dirá qué tengo que hacer. No dormiré pero pensaré en hacer algo tumbado en la cama.
Corre y tropezarás; reposa y pensarás.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Las relaciones humanas se rigen por un montón inconmensurable de actos casi absurdos y por el error. Ya que el hombre falla, yerra, las relaciones humanas van en ese yerro humano. Uno va y dice que aquel le ha mirado mal o le ha dicho tal cosa que ha malinterpretado, cosa muy común en el lenguaje y en las transacciones humanas. Ya llegó el enfado, las malas caras consecuencia del error de apreciación. Otro decide no hablar con ciertos elementos de su familia y de esos elementos de su familia a los que no dirige la palabra hay uno que se enfada porque no sabe a qué viene tanto mutismo. El mutismo no es explicado, al miembro de la familia se le hace una bola ese mutismo del otro que decide no hablar y ya llegó el malentendido y pensar mal de esa persona. Porque si uno calla, debe decir por qué calla (si no, es estúpido) y si piensan mal de él porque calla debe aguantarse. Son malentendidos. Quizás solo calla por que es idiota pero no lo explica y de ahí, la incomprensión. El género humano es idiota la mayor parte del tiempo.
Si callas, tendrás que decir por qué.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Otra vez he llegado a un punto en que la novela que estaba escribiendo se me atraganta y no puedo seguir. Pasarán dos o tres meses y no la habré acabado aunque tenga puesto ya el punto final. Y es que mi novela tiene defectos interiores. O sea, que hay cosas al principio de la novela que no casan bien con el final. Al personaje principal yo pensé en un primer momento hacerle pasar por un proceso de mobbing en el trabajo pero al final no lo hice quizás porque ni yo mismo sabía cómo hacerlo, cómo imaginármelo. El caso es que la tragedia final viene por otros acontecimientos literarios más bien familiares.
El principio de esta novela me costó un montón darle forma. Lo escribí y lo escribí un montón de veces. No digo que sea muy bueno el principio de esta novela, sino que me costó mucho diseñarlo.
Luego la novela coge unos derroteros un tanto extraños pero no tan excéntricos que la hagan rara al lector.
Si quieres que algo salga bien, dedícale tiempo.
Por fin me estoy leyendo "El doctor Centeno". La cogí de la biblioteca. Es buenísima. Habla un poco de la educación y otro poco de la aristocracia terrateniente del siglo XIX. El personaje del niño que llega a Madrid sin nada, al que el profesor le llama doctor Centeno para burlarse de él, es muy bueno. Pedro Polo es un soberbio personaje que también aparece en "Tormento", novela que quizás relea pues me gustó mucho. Galdós está soberbio en esta novela recreando personajes como si se los sacara de la manga para hacerlos reales ante nuestra vista gracias a un lenguaje digno de tan gran narrador que es. También es muy bueno para ir contando escenas hasta llegar a un clímax que da lugar a otra situación: como cuando Centeno se pone la cabeza de toro para asombrar a sus amigos. Es muy bonita la historia además: un niño que es recogido de la miseria, unas hermanas manchegas a cada cual más rara, unos señoritos estudiantes, un religioso dedicado a la educación para sacar a su madre y a su hermana de la pobreza...
En un libro bueno verás cosas que te sorprenderán gratamente.
Llevarse bien con todo el mundo es muy difícil. Por ejemplo, yo no podría llevarme bien con un consumista que no piensa más que en comprarse trapos o cosas inútiles todos los días. Tampoco me llevaría bien con una persona que no hace más que asistir a cumpleaños y festejos en los que charlar y charlar con los vecinos de naderías. Ya no me gustan las celebraciones. No me gustan las personas que no guardan el decoro necesario ante los demás. Las personas excéntricas me descentran.
Hay otras personas que se llevan mal conmigo, como esas que se cambian de acera cuando voy a pasar yo. Son vecinas que guardan viejos rencores o son simplemente estúpidas y altaneras.
No me gusta la gente que no habla más que de sí misma. Exageran sus cosas como si no hubiera otra cosa y a mí no me dejan decir nada porque para ellas, lo mío les trae sin cuidado.
Yo me tomo un café sin abrir la boca más que para ingerir el alimento; luego, los demás pueden decir misa.
Si no te gusta la sociedad es porque está verdaderamente mal.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Siempre encuentra uno gente que es reacia a tu persona. Cuando yo era profesor siempre había algunos alumnos que cuchicheaban entre ellos sobre mi modo de dar las clases. En la vida no siempre está uno aupado por la opinión de los demás sino al revés, cuestionado por lo que haces que a los demás no les gusta y eso que no eres un delincuente o un pedigüeño pesado o cualquier otra cosa que estorbe la amistad o el cariño o el reconocimiento.
Esto se debe a que todos nosotros tomamos decisiones que gustan o no. Habrá gente derrochadora en una familia de ahorradores y eso no casa bien y se le mirará a ese que es alegre con el dinero de manera suspicaz y crítica.
Habrá otros que no quieren más que fiestas en un grupo de amigos que no está para ellas sino que es recogido o estudioso y tanta fiesta cansa y entonces ese sujeto fiestero es mirado de mala manera.
Yo, cuando era profesor, me ajustaba a un ritmo de dar clases y habría alumnos a los que les venía bien ese ritmo y a otros no, eso ya no era cuestión mía. Yo creía que hacía lo que debía y punto.
Haz lo que debas porque esta sociedad es a modo de imposición.
Estos días de atrás, desde el miércoles de la semana pasada, he procurado andar a Las Rozas y volver a pie por la mañana y por la tarde todos los días. A veces, al llegar a Las Rozas, me subía a un autobús y venía montado. Ha sido un ritmo vertiginoso que se rompió ayer jueves pues las piernas no me daban ya para más. Me daban unos dolores en los pies y en las piernas muy ostensibles y se ha juntado todo ese cansancio con un virus que tenía mi hermano que me ha atacado a mí también al estómago. Estos dos últimos días estaba tan rendido que cualquier cosa me costaba un montón.
Dice el refrán que de los cuarenta para arriba no te mojes la barriga, como para dar a entender que pasada esa fecha, no se deben hacer excesos.
Pero he estado muy entretenido yendo y viniendo al pueblo vecino y andar me ha venido muy bien mientras lo practicaba, no así su consecuencia final. Andar es un deporte como otro cualquiera y que cansa tanto o más que correr o nadar. Yo procuraré seguir andando pero con más mesura, sin tanta tenacidad porque me iba bien ir pensando mientras caminaba.
De todo se aprende si estás atento.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Hay personas que no soportan su soledad y tienen que estar siempre llamando a unos y a otros con los que estar. Al final, se convierten en unos insistentes insectos que revolotean de acá para allá todos los días a la misma hora. Yo les diría a esas personas que de esa manera, terminan por sentar mal a los posibles amigos, por no saber contener esa soledad a la que están abocados. Encima de su soledad que tienen de por sí, acaban teniendo fama de pesados y pegotes y es peor el remedio que la enfermedad.
A mí me llama uno de estos pegotes y me insta a que vaya con él diciéndome en un whassap: "estaré solo un ratito, mientras me tomo un botijo". Así no es forma de quedar con nadie así que no voy. Yo con prisas no voy a ningún lado y menos con un pegote. Porque sé que si voy esta vez, tendré que ir más veces pues este amigo se hará más y más insistente cada vez.
Si tu soledad no te gusta, insiste.

martes, 1 de septiembre de 2015

He mirado en google "movimiento slow". Tuvo lugar cuando inauguraron en la Plaza de España de Roma un Mac Donalds. Hubo un señor que se opuso y llamó la atención de que el fast food podría ser una amenaza para un determinado modo de vida. El movimiento slow propugna, por ejemplo, que tengas una afición que te haga ser más tú mismo, que hagas las cosas lentamente, que uses prendas antiguas y no vayas a la moda (que compres pocas prendas), que disfrutes de una comida lentamente con los amigos, etc. Es un movimiento ecologista, cultural y contrario al consumo.
Yo podría estar haciendo este tipo de vida en cuanto que yo no voy a la moda, como cosas tradicionales, disfruto de las comidas, voy lentamente por el mundo, paseo todo lo que puedo. El movimiento slow se opone a lo que sería un holgazán pues propone hacer cosas pero hacerlas por gusto y lentamente. El movimiento slow es reacio a la televisión, como lo soy yo y defiende que nos estamos cargando el planeta como lo creo yo también. En fin, que yo hago un poco lo que dicen los del movimiento slow.
Si tienes prisa muy a menudo, párate a pensar por qué.