domingo, 30 de abril de 2017

Hay personas que causan males y luego son inconscientes de esos males. Tengo una amiga que ha llamado por teléfono a mi hermano Paco y le ha dicho que vaya corriendo porque se estaba muriendo. Ganas de incordiar y molestar a los demás haciéndose la víctima. Es muy típico de esta señora. Mi hermano estuvo toda la tarde bastante nervioso por culpa de esa señora. Yo, al preguntar a esa señora que por qué se estaba muriendo dice que no se acuerda de nada. A la hora de esa llamada, esa señora estaba tan campante y mi hermano muy nervioso. Es de hijos de puta. Otra vez, estando mi hermano, mi exnovia y yo en Oporto, mi exnovia llamó "hijo de puta" a mi hermano. Se lo llamó después de que nosotros dos guardáramos cola para entrar en un museo y ella estuviera en una tienda comprándose una camiseta. Cuando avanzó la cola, ella se encaró con mi hermano y le insultó de esa manera. Pero es que los días posteriores, le llamó "hijo de puta" dos veces más. Es de hijos de puta.
Esas personas que hacen como Nerón cuando se ardía Roma me ponen muy nervioso y me dan ganas de estrangularlas pero no lo hago. Pero las cojo un odio muy grande, como si fueran enemigas mías para siempre, para toda la vida. No es para menos. Actúan como auténticos hijos de puta.

A los que ofenden sin dolor, ni agua.


Es la segunda vez que voy a la psicóloga de dejar de fumar. La primera vez fue gratis. Es pronto para juzgar pero he reducido el consumo a 25 cigarrillos diarios. Antes fumaba unos 30. La cosa parece que va por buen camino exceptuando que esta psicóloga parece que se toma más en serio mi enfermedad que mi adicción al tabaco. Si me fumo 5 cigarrillos diarios menos, a la semana son 35 cigarrillos menos, un paquete y medio menos. La cosa va bien. Ella dice que a lo mejor me quedo en un consumo no preocupante para la salud si no consigo dejarlo del todo. Si me fumara 10 cigarrillos diarios y no incrementara la dosis, por mí fenomenal.
Esta psicóloga es bastante empática y parece buena profesional. Me pregunta un montón de cosas que anota inmediatamente con mucha rapidez. Parece molestarse por mí. Dice que me ve muy estabilizado en mi enfermedad y que debería mejorar mi vida social. Dice eso porque yo le comuniqué que mi vida social es triste pero yo le dejé bien claro que lo que quería era dejar de fumar. Mi enfermedad y mi vida social no la va a resolver ella.
Hoy es domingo y he comido en casa de mis padres, como todos los domingos, y luego he venido a casa a ver si dormía un poco pero no he podido y de ahí que me he puesto a escribir esto para distraer el tiempo hasta que me vaya a Las Rozas a paseara eso de las cinco y media.

Un buen profesional es de gran ayuda.


Ayer fui al teatro y me reí, cosa cada vez más insólita en mí, la risa. Se me oxigenó la mente. Lo noté así. Salí de la función más despejado mentalmente. Se le puede llamar risoterapia. Puede ser el efecto del humor en el cuerpo y en la mente. Me siento mejor hoy por la mañana, aunque hace frío en la calle. Ha vuelto el invierno a finales de abril.
He leído las noticias. La corrupción hace mella en el partido del gobierno pero ningún otro partido esta preparado para gobernar. La vida, a veces, anda escasa de todo y nos tenemos que conformar.
La gente ya no pasa hambre del todo sino que tiene adónde acudir a por comida y ropa aunque sea usada.
Hay un millón y medio de familias con todos sus miembros en el paro. Escasea el trabajo, medio de vida de la gente pobre.
Hace viento fuera, lo veo desde mi habitación. Ese viento se podría llevar de una vez la ansiedad y el mal humor, la escasez, la corrupción y el hambre. Pero no. Ese viento lo que hace es agitar todo eso y revolverlo con furia para que se note más.
Yo quiero fumarme un cigarrillo y dejar de decir verdades pequeñas. Yo desearía fumar un cigarrillo y viajar mínimamente para sentirme grande. Yo anhelo un cigarrillo y el humo que produce que se estira como el deseo hasta que se ve cumplido.

El mundo está ahí pero nada sé de él.



sábado, 29 de abril de 2017

Pongamos que hablo de una sensación vital de derrota. Ese es el modo de sentirse no solo de los españoles sino de todo el mundo. Se acabó el progreso continuo desde que acabó la II Guerra Mundial. Ahora todo son tiranteces entre los mandatarios, entre los políticos nacionales, entre la gente.
Nos han acostumbrado a lo incierto. Ya nada es seguro. Ninguna creencia es firme. No hay derechas ni izquierdas. Toda idea se ha subvertido mediante la mentira y la manipulación.
Ojalá yo creyera en Dios o algo perenne que me diera una certidumbre pero no creo; yo mismo soy un tipo dubitativo que no sé a ciencia cierta quién lleva la razón en estos tiempos.
La gente desconfía: es el ejercicio más ejercitado desde que llegó la crisis. Cualquiera es capaz de engañar, de que su prestigio se venga abajo por ladrón o embustero. Los bancos han engañado. Las instituciones fallan. Los presidentes decían que no había crisis, solo deceleración y ganaban elecciones. Mintieron descaradamente para ganar. Y con mentiras no se gana nada. Sí, se gana desconfianza.
Luego vinieron recortes porque hubo, eso: gastos sin cuenta, derroche. Y luego vino el populismo que lo quiere arreglar todo si le damos el poder.
Y luego se destapó la corrupción. Más mierda. Más ilegalidad porque se financiaban los partidos ilegalmente.

Y ojalá no venga el populismo barato arreglalotodo.

Acabo de oír en radio nacional un programa que se llama "documentos" y hoy han hablado de Max Aub. Yo leí algo de él hace tiempo pero no me gustó. Resulta que fue un hombre de teatro y de cine no solo durante la II República española y la guerra civil sino que también lo fue en México, donde estuvo exiliado. Al acabar la guerra estuvo tres años en campos de concentración pero en ellos no dejó de escribir. La ayuda del gobierno mexicano fue fundamental. Escribió una tetralogía llamada "El laberinto mágico" sobre la guerra. Escribió mucho teatro y novela pero no se le recuerda nada. Escribió una biografía falsa de un pintor y consiguió que ese escritor tuviera vida entre los críticos pictóricos. Escribió un cuento llamado "La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco" donde critica a los exiliados que sueñan con la muerte de Franco y no hacen nada por derrocarlo. Pero el último disgusto de su vida se lo llevó cuando vino a España en el 69 y aquí ya no encontró ni la memoria de lo que había sido su lucha ni compañeros que le hablaran de ella. Así escribió "La gallina ciega" que es una amarga reflexión sobre cómo Franco consiguió hacer olvidar la guerra a todo el mundo.
Yo creo que la II República española fue un ensayo nada serio que llenó a España de problemas. Que la guerra fue un error añadido a ese otro error y que la dictadura de Franco fue demasiado larga y adormecedora.
Errores en España en pleno siglo XX que no trajeron nada bueno. Ahora la democracia que hay en España es un poco triste, llena de políticos y personajes de la realeza que se han pringado en corruptelas; una democracia de la que todos tiran a ver quien saca mayor tajada; una democracia en que Cataluña quiere ser independiente; una democracia joven e imperfecta que no mejora sino que empeora y entristece a los españoles; una democracia a la que se han apuntado nuevas formas políticas pero que no son la solución ni mucho menos a esa democracia; una democracia que como no mejore va a pervertirse en un sistema político erróneo. La UE nos ampara, menos mal pero si la UE se rompe, nos vamos a la mierda.
Mi hermano gemelo es muy estable emocionalmente. Mucho más que yo. No se inmuta por mucho que pase a su alrededor. Tiene las cosas mucho más claras que yo. Acepta su vida como viene y no se cuestiona esa misma vida que vive. Se limita a vivirla.
Yo me cuestiono muchas cosas que experimento, me parecen mal muchas cosas que vivo, que leo, que siento, que pienso.
Este blog me ha servido para poner en claro algunas cuestiones de las que no tengo mucha clarividencia, simplemente las he expuesto como problemas que se deben resolver o que, según mi criterio, ya nunca se resolverán.
El mundo está en crisis. Las esferas políticas caen sobre la ciudadanía como globos que la asustan, que la condicionan. Los partidos tradicionales ya no dan respuesta a un pueblo que ya no cree en las soluciones ortodoxas. Ahora crecen los populismos y las mentiras. En el mundo de hoy cualquier cosa vale para llevarse el gato al agua: la mentira e incluso la violencia.
Se habla de presionar. Hay que presionar, asustar, amenazar, lo que sea con tal de ponerse en el poder y mandar. Ya todo vale.
Y en un mundo en el que todo vale y los derechos humanos se pisotean o la mentira entra en acción como Pedro por su casa, no estamos seguros nadie.

Si todo vale, ten cuidado.



No nos engañemos. No es que yo piense que la vida es difícil y que la gente acoja su soledad como mal menor. Es que, objetivamente, vivimos la vida en una soledad impuesta por temor al otro. La amistad nunca ha sido tan cara como en nuestros tiempos. Es muy difícil hacer un amigo tanto por parte nuestra como por parte de los demás. Todo el mundo piensa que los demás, como nosotros mismos, están llenos de problemas y, por lo tanto, son extraños y preocupantes compañeros de viaje.
Una vez en la escuela, en el instituto o en la universidad sí se pueden hacer amigos pues todos los de tu alrededor tienen un destino común (estudiar para alcanzar un puesto de trabajo) pero sacados de ese contexto o de algunos otros que favorezcan la camaradería, todos los que te rodean son extraños y peligrosos. O así los percibimos. Es la crisis, el terrorismo, las drogas de cualquier tipo, la delincuencia,  la pobreza, el paro, el origen del otro que tenemos enfrente, la guerra de los sexos, los problemas psicológicos que abundan en nuestros días. Es decir: nadie está exento de problemas. Es más: cargamos con un montón de problemas que nos hacen peligrosos a los demás, poco claros, caóticos, extraños, difíciles de comprender, casi peligrosos para llevar una vida normal junto a quien sea.
Después de esta crisis económica pero también de valores, de pérdida de confianza en la persona, de corrupción política pero también personal, nadie se salva. Yo no voy a ser un héroe que busque la realización personal a través de los demás. Yo soy un enfermo y debo acatar mi enfermedad y conformarme con lo que hay: esos amigos superficiales con los que tomar un café.

Si no tienes azúcar, olvida lo dulce.





Esta semana he vivido un episodio de ansiedad. Me ponía muy nervioso la idea de quedarme solo en la ciudad cuando mis padres y Paco se fueran al pueblo. No solo eso sino que he tenido que acudir al ambulatorio dos días seguidos y llevar a mi madre al dentista y seguir con el registro de cigarrillos fumados para lo de la psicóloga del tabaco (dejar de fumar). Tantas cosas a la vez me han puesto nervioso o ansioso. Hoy mismo, al leer las noticias en internet, me he puesto nervioso o ansioso. La idea de la psicóloga de que debo cambiar de vida me pone nervioso. Todo porque yo le dije que llevo una vida social "triste". Pero creo que es lo que hay porque, luego, hablándolo con mi hermano, hemos concluido que los amigos no existen o es muy difícil encontrarlos. Yo creo que tendré que seguir viviendo con la frustración de una vida social "triste" porque no hay otra vida más que la que es dada vivir o quizás intente apuntarme a una asociación de senderismo (que no sé si me gusta) para ver si me echo algún amigo (que no sé si existe).
He escrito sobre la soledad unas reflexiones. Veo mucha gente sola a lo largo del día. Es la tendencia que se sigue en esta sociedad que fomenta la desconfianza hacia el otro.
La guerra de los sexos, el racismo, la falta de confianza en el otro está a al orden del día: consecuencia: soledad, gente solitaria que anda por los bares bebiendo y bebiendo ahogando su soledad.
Yo puedo intentar algo por medio de internet pero no sé, no me da buen rollo la virtualidad de internet.

Si estás solo, cambia tu vida.





lunes, 17 de abril de 2017

Hago otro intento de dejar de fumar. A la una del mediodía no he fumado ni un cigarrillo. Me sudan las manos. Estoy un pelín ansioso pero por ahora aguanto sin fumar. Esta mañana, a las ocho, en la cama, me ha dado un dolor de garganta muy fuerte. Dura ese recuerdo del dolor en mi mente para ayudarme a no fumar.
Espero que este intento me lleve a no fumar en todo el día, cosa  que no consigo en mucho tiempo.
Por otro lado ya se ha acabado la semana santa. Una escritora se queja de que un dirigente haya querido poner las banderas a media asta. Bueno. Dice esta escritora que ella, como republicana que es, ha celebrado su 14 de abril; o sea la proclamación de la II república española. Cada uno tiene sus mitos en esta vida, eso es incontrovertible.
Bueno, la vida va pasando y deseamos hacer mejoras en ella y quizás lo que hacemos es ir tropezando y tropezando hasta la caída final. Bueno, quizás haya personas con muchos altos ideales pero que de nada sirven para vivir la vida diaria.
Yo voy a ver si no fumo en una semana y me olvido de este miedo a que me dé algo, a esta obstrucción respiratoria y a este sinvivir que es estar todo el raro pensando que el tabaco me va a matar.
Me voy a beber una cerveza sin alcohol para moderar esa ansia que me agota y luego voy a comer. Ya he leído la prensa. Por ahora, Trump no ha respondido a Corea.

lunes, 10 de abril de 2017

La economía es una cadena, dice mi hermano. Si nosotros, los del primer mundo, comemos y disfrutamos de un techo es porque en el tercer mundo hay gente pasando hambre. Dice la canción: piénsalo dos veces: es otro día para ti y para mí en el paraíso.
A veces vivir en el paraíso es muy aburrido, tienes de todo menos una diversión que te saque del marasmo en el que te encuentras. Pero otros ni siquiera tienen qué llevarse a la boca.
Una persona que tiene todos los medios materiales para ser feliz puede no ser feliz y otra que no tiene casi nada puede ser feliz. He ahí la paradoja.
Estos días de vacaciones, muchos se han ido a la playa dando envidia a los que se quedan en sus sitios habituales. Va a haber 15 millones de desplazamientos. Parece que la población se despereza de una situación de crisis. Ya todos podemos darnos el lujo de dejar Madrid vacío en Semana Santa.
Yo me iré al pueblo, donde la situación es bastante triste. Como se suele decir, no hay ambiente allí. Me llevaré lectura para acabarla antes de que se me acabe la fecha de entrega. Son dos libros: "La máscara de Africa" de Naipaul y "La historia del llanto" de Alan Pauls.
El hombre que vive en un pequeño retiro espiritual vive feliz. El hombre que va con la masa a todas partes, es feliz solo a ratos, solo cuando está con esa masa que vive momentos felices. En la soledad, esa persona se siente triste.
Disfrutemos de nuestro paraíso imperfecto mientras los que están en la calle puedan salir de ella alguna vez y recuperarse.





domingo, 9 de abril de 2017

En las noticias que leo en la prensa, todo se va configurando de algún modo para que la situación sea estable. Es como una partida de ajedrez en la que un jugador ha hecho un par de movimientos raros que no se entendían pero que, en el transcurso de la partida, el jugador lo arregla de algún modo para que la misma partida parezca ortodoxa y fiable. Así, ya se van a tomar en cuenta las medidas del "Brexit" que parece que no era tan grave como parecía y, además, cuando pasen unos meses, ya la gente estará en otras cosas.
Trump parece que ya es presidente y se ha definido por medio de unos misiles contra un ataque químico. Ya ha reaccionado, ya se ha posicionado, ya es un presidente que se encamina a algún lado.
Estas dos protuberancias políticas (elección de Trump y Brexit) han dado mucho que hablar y que escribir por un tiempo por su novedad e indecisión pero en un sistema, cuando un elemento es extraño, cuando pasa algún tiempo, ese mismo elemento recompone la estructura de nuevo y crea un nuevo sistema en que la cotidianidad pueda volver a darse sin ningún problema.
Y así vamos. Que nada nuevo es inmensamente tan nuevo que no pueda entrar en las coordenadas de lo normal y que nada nuevo dura mil años sino muy poco en las entendederas de la gente.

jueves, 6 de abril de 2017

Mis escritos me producen pereza. Cuando empecé a escribirlos, un entusiasmo por la historia que estaba contando me llevaba a rellenar páginas y páginas con la euforia de lo que está por acontecer y la novedad de lo que ocurría ante mis narices. Pero los buenos toreros (y los buenos escritores) son los que saben rematar la faena; o sea, acabar lo empezado. Hay historias que se me han quedado cojas porque se me acababa el material narrativo: el personaje no tenía ya adónde ir o qué hacer. ¿Lo mataba? Una salida fácil. ¿Seguía escribiendo ocurrencias de él? Un medio de complicarme la vida y no acabar nunca.
Cuentos tengo que han quedado archivados sin un fin. Novela tengo que no he desarrollado felizmente y ha quedado desestructurada: partes largas y partes cortas que no tienen un sentido único.
Quizás este verano venza la pereza y me dedique a rematar historias de algún modo convincente. No en vano, llegaremos a los cuarenta grados así que me compraré un ventilador y empezaré a rastrear historias inconclusas para que no se queden cojas en el archivo de mi penuria literaria.
Julio y agosto van a ser testigos de finales de historias que yo quiero sorprendentes y no lo van a ser: simplemente, la historia concluirá y dejará de chirriar en los archivos.


Algo hay que hacer para que no nos ocurran cosas.


miércoles, 5 de abril de 2017

Estos días estoy como volado; es decir, que mi mente está dispersa, la disciplina de las horas ocupadas no me conducen la vida. Vagabundeo por la ciudad sin ningún sentido. Me concentro en los kioskos de la lotería dejando pasar el tiempo. Las calles parecen que vuelan porque no sujetan mi vida que antes tenía un orden. No sé cuánto durará este estado de mi conciencia pero si dura mucho perderé cualquier anclaje con la realidad de las horas.
No es preocupante pero si no me ajusto a mis escritos y mis lecturas perderé cuanto tengo de certidumbre en el tiempo que pasa.
Cada uno busca la manera de pasar el día pero si yo paso el día fumando, dando paseos vanos y charlando con el lotero me veo inmerso en un mundo que no tiene fin, que no tiene límites precisos a mi pensamiento ni a mi actuar en las veinticuatro horas que tiene el día.
Tengo una novela por acabar, tengo otra en mente y tengo un manuscrito para pasar a ordenador. Además, tengo otra historia frustrada que puede ser un relato corto pero no tengo ganas de hacer nada.
Las musas no me asisten, las horas pasan como al que pasea por el mar que se obnubila con las olas. La tristeza, en forma de desesperanza, acude a mi alma y la hace vulnerable y fea.

Espero que haya algo que me haga activar mi mente de algún modo porque si no, me voy a desesperar del todo.

El abandono propio de las personas distraídas no consigue más que desorden y desesperación en la vida.


Cuando me levanto, leo las noticias y me doy cuenta de lo mal que va el mundo. A todo el orden posible que hay precisamente en el mundo se lo suele llamar sistema. Sistema es parecido a otra palabra: estructura. Las dos implican un orden de unas partes que coinciden en un total armónico. Pero, en la sociedad actual, ¿hay tal sistema o tal estructura de partes que den un total armónico? Yo creo que no. Todo el conjunto de cosas que pasan en el mundo obedecen a unos intereses arbitrarios, a unas pasiones primarias y abyectas, a una falta de solidaridad terrible y en suma, a un desorden moral que hace que cada paso que da la historia sea en un sentido equivocado. Y cada vez vamos a peor. Los jóvenes ya ni trabajan ni estudian, no tienen plan de futuro más que para ir a comprar una litrona. La vida se vuelve incómoda, sin amigos, sin apoyos familiares. Cada uno va a su bola (esta expresión se repite tan a menudo que parece la consigna a seguir). El mundo parece hecho de locos para locos, sin ninguna doctrina ni ley ni moral que seguir.
Pero hay datos para la esperanza pues parece que hemos cobrado conciencia del ecosistema que representa la tierra entera y que hemos de cuidar, hemos sabido dar una respuesta a los refugiados de las guerras como hemos podido (ya no se habla tanto de los refugiados), hemos hecho algunos avances. Si la vida del ser humano se rigiera por el bien hacer y el bien obrar, se le podría llamar sistema a este mundo loco en el que estamos envueltos como con una manta llena de mierda.

lunes, 3 de abril de 2017

Me estoy leyendo "Una pareja de escritores" de Raimond Chandler. Es una cruda realidad. Los escritores nos empeñamos en ser escritores pero no sabemos dónde vamos o no confiamos en lo que escribimos. Somos una ingente legión los escritores y a todos se nos ocurren cosas que no tienen mucho valor. Como dice el protagonista del libro ese: " todo lo que he escrito lo tiraría a la basura un escritor de verdad". Pero bueno, no vamos a tirar la toalla y seguiremos intentándolo. Hasta que nos salga la obra definitiva, valorada en un concurso o por una editorial. Es triste la vida del escritor, es muy solitaria, es muy frustrante. Últimamente, yo no he escrito ni una línea en una semana y mi mente se ha quedado atorada para imaginar nada. Siento que un día, nada se me ocurrirá, no habrá motivo alguno para escribir. O quizás no. Quizás escribir sea como montar en bicicleta y seguiré empeñado en trazar historias en un papel.
Por lo demás, al leer las noticias, filósofos agoreros dicen que el futuro es una pesadilla y padres dicen que sus hijos serán más pobres que ellos en ese futuro. Pero la alegría de vivir siempre existirá, habrá gente siempre ávida de acumular experiencias de todo tipo.
La mañana está fresca y la gente anda preocupada por sus hijos, por la compra, por hacer la comida, por echar un polvo después de comer.
Yo estoy preocupado por muy pocas cosas. Mi futuro de hoy tiene muy poco relieve, es como una bola que va rodando, rodando y no  sabe dónde parará.

El futuro, eso que nadie ha visto.


domingo, 2 de abril de 2017

Nos vamos refugiando en lo que queda. El otro día oí decir en una cadena de radio religiosa que vivimos el poscristianismo. O sea, que el ser cristiano ha pasado de moda. A la gente le incomoda que todo vaya pasando de moda porque se queda sin nada a lo que agarrarse. Si de joven vivió una familia más o menos extensa y ahora vive sola, la persona nota un cambio brusco que le angustia. Si antes había un fervor religioso y ahora no lo hay pues le pasa lo mismo. Y si ahora se oyen noticias de crímenes y de políticos abyectos, la persona en cuestión no sabe ya que hacer o a quién votar. A lo mejor se compra un perrito para tener algo de certidumbre en la vida. Un poco de fidelidad a la que agarrarse, aunque sea animal.
Y así esa persona se va haciendo vieja y le pasa como al protagonista de "El extranjero" de Camus, que no sabiendo qué hacer en este mundo, mata a un argelino que está en la playa y luego dice que no sabe qué es un crucifijo.
Y es que el mundo ha dado tantas vueltas que quizás solo espere la robotización o la llegada de un Mesías que aunque no anuncie el fin del mundo, anuncie otra desgracia parecida y la gente vea las orejas al lobo y vuelva a creer en los valores de la antigua Grecia o en los valores que expresó Jesucristo o Confucio que ahora se están muriendo por dejadez u olvido o porque las personas nos estamos convirtiendo en unas bestias.

No olvides lo que dijeron los que murieron por ti.