Por fin es viernes. Qué emoción. Se deja de trabajar para pasarlo bien el fin de semana. Las parejas planean ese viajecito aunque sea de pocos kilómetros y en el trayecto se van armando los proyectos de futuro y las explicaciones convenientes para que la cosa rule.
Que bien. Ya es viernes. Y la gente piensa en el sábado y el domingo para esparcirse en centros comerciales o quizás ir a una playa de levante a tostarse al sol.
Qué bien. Ya es viernes y la gente charla más de la cuenta con los que conoce y se explaya y parece muy contenta de haber nacido.
Qué bien. Ya es viernes. Y todos nos podemos dar por satisfechos porque ha llegado el modo de ser felices por un par de días.
Ya es viernes pero yo no tengo nada que planear ni hacer el fin de semana, no por que no tenga dinero ni nada sino porque me lo monto fatal.
Ya es viernes y un día es un día. Y siete, una semana.
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