La locura no tiene fin. Hoy aquí; mañana, ¿dónde? Una lluvia fina cae como besando levemente el aire. He abierto la ventana para percibir mejor la atmósfera tibia. El pajarito en su jaula pía a la mañana. Quizás hoy quede una plaza vacante en el interior de un coche que vaya no sé dónde y tenga como ocupante la más tierna flor que da mi jardín.
Pero todo lo que pasa alrededor nada importa. Lo que hunde la raíz hasta empaparla entera es un suelo hecho de espuma tierna.
Las hormigas deben estar todas arracimadas en el lecho de la tierra como pequeños cuerpecillos que se dan calor y hambre.
No habrá más triste historia que la que pasó.
Me acabo de despertar de la noche y ya lleva unas horas el día dando nubes y lluvia a la ciudad.
He fregado el cuarto de baño. He barrido el suelo. Hay pan de hace dos días encima de la mesa y muchas migas sin limpiar.
Una moto ruge y se aleja. Lo lejano me apabulla y me hace pequeñito. Estamos en enero pero parece primavera.
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