El despertar es difícil, no porque cueste pasar del sueño a la vigilia, sino porque no hay motivo en el día que me haga levantarme. Veo la desidia ante mí, la casa está un poco abandonada. Pienso en dejar para la tarde la limpieza. Ahora mi cuerpo anda lento, hago las cosas sin el acicate de alguien ocupado. Algo desagradable corre por mi mente diciéndome que todo se colapsa, todo se para ante mí. Espero a mi hermano a ver si una conversación o una idea nos hace movernos de este estado de inacción en el que estoy. Después de todo es verano y en verano todo va lento y un poco abandonado. La vida en estos dos meses de verano ha ido deslizándose por un canal de aguas reposadas, sin nada que hacer.
A este modo de vivir, que algunos pensarán paradisíaco estoy unido desde hace tres años pero a veces me come una angustia indefinida que no sé cómo llamarla. Todo parece ir como a remolque de mí mismo, como si no fuera conmigo, como si la existencia fuera desagradecida pues yo no le doy nada y ella no me da nada a mí.
Muchas cosas han pasado que me han hecho cambiar de modo de vida y de modo de pensar, un pensar más pequeñito y triste. Bueno, me puedo consolar de muchas maneras y pensar que soy un privilegiado pero otras veces...
No hay comentarios:
Publicar un comentario