Yo escribiré y escribiré porque la palabra siempre tendrá la razón. A veces el silencio es necesario, depende qué tipo de silencio. Un silencio acusador es malo, envenena el alma del que calla y del que no entiende ese silencio. Solo un silencio que deje pasar el tiempo sin discutir es bueno, para que, en ese silencio, se recompongan las actitudes de paz, de amistad, del humor bueno que había antes de ese silencio. Y uno diga: ¿por qué estamos discutiendo? Y el otro conteste por fin. No vale la pena discutir por esto. Y entonces, vendrá otra vez la palabra a cruzarse entre los dos y todo será más armónico y feliz. Hay que saber para qué sirve el silencio y la palabra. No gusta la palabra que insulta o acusa. No gusta el silencio enfadado. Es posible una palabra amiga que rompa el silencio ominoso.
La paz es buena entre la gente.
Amemos la paz eternamente.
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