Hoy llueve y moja los asientos públicos y así, no veo a mis amigos. Estaré aquí en casa escribiendo. Escribiendo que la mañana ha comenzado sin el hilo de esperanza mínimo para que este sábado sea un gran día. Pero, ¿cuándo será un gran día? Me conformo con que no haya un mal día caracterizado por la falta de salud. Me conformo con pasar un día tranquilo, lleno de la paz de Dios. El aburrimiento y la decadencia surgen hoy como armas decisivas del día. Horas y horas sin llenar de nada. El reloj avanzará indeciso y pobre en acontecimientos halagüeños. El día parece que transitará como un astro muy lejano que nadie conoce, como un ser olvidado desde que nace, como un peso a la espalda que nunca se ve.
El aburrimiento cala la moral.
Nada que dar, nada que recibir.
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