Después de leer un par de veces el poema SEVERA CONMINACIÓN DE UN CIDADANO DEL MUNDO, escrito por Miguel Labordeta, lo voy a comentar un momento.
El primer verso es "mataos"; el segundo, "pero dejad tranquilo a ese niño que duerme en la cuna".
Luego habla de la actividad de muerte que tiene el hombre algunas veces por medio de estos verbos: destruíos, aniquilaos.
Vuelve a defender a otro ser puro, según el autor, que es el campesino con unos versos preciosos:
pero dejad tranquilo al campesino
que cante en la mañana
el azul nutritivo de los soles (me encanta este verso).
El cielo es azul gracias al sol y el sol da vida a la Tierra por medio del azul que nutre las tierras que el campesino labora. El cielo es nutritivo: da de comer, como la tierra.
El poema sigue con otra tendencia del hombre: a encerrarse en edificios como los talleres, los navíos y las universidades y las oficinas espectrales donde tanta gente languidece: lo podemos poner en contraposición con el azul del cielo que da vida.
Luego habla de contradicciones de esta sociedad nuestra: entelequias, estructuras, incompatibilidades y Labordeta clama para que dejen tranquilo al obrero que fumando un pitillo rie en el bar.
Pero el verso que más me ha llamado la atención de este poema que hurga en las maldades de la sociedad y se fija en humanos concretos como son el niño, el campesino, el obrero es este:
pero dejad tranquilo a ese hombre tan bueno y tan vulgar/que con su mujer pasea en los económicos atardeceres.
¿No conocemos cada uno de nosotros esos económicos atardeceres que puede valernos un café con un amigo o una caña con tu mujer, con un compañero de trabajo o de estudios?
Los conocemos todos.
Luego habla Labordeta en primera persona: pisotead mi sepulcro también.
O sea, que Labordeta contrapone a los hombres con poder de crear guerras, situaciones inverosímiles para mal en el mundo, aquellos que preparan crisis, malos gobiernos, etc con la sencillez de personas que solo quieren vivir la vida o descansar o abrazarse a su mujer o a un amigo. Es muy bonito este poema.
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