De los anuncios de colonia o perfume o esencias que nos venden, me gusta uno que se llama cloe, que sale una chica con un coche por la playa lanzando al viento su pañuelo blanco de gasa fina.
Vende ese anuncio la libertad total de ir por ahí con un coche a la aventura. No aparece ninguna figura masculina, con lo que ese perfume parece pensado para mujeres libres que hacen gala de su libertad.
Me gusta otro que parece ambientado en un pueblo árabe en el que sale un hembra muy hermosa y un modelo vestido de camisa blanca enseñando todo el pecho curtido ¿en un gimnasio?, ¿en el desierto?, ¿con los tuaregs? El hombre acaricia largamente el brazo de la mujer hermosa y ahí está el quid del anuncio, creo yo, porque te lo imaginas en la cabeza, ese cutis teñido del sol de Marraquech o Casablanca y se te hace la boca agua.
Y la verdad, me gusta ver anuncios porque el que los hace se devana la cabeza para resultar atractivo. Otra cosa es que me resulte atractivo a mí, que ando como cualquiera, sin importarle mucho el aspecto físico que ofrezco ni cómo huelo, no siendo a sudor, ni qué pantalones llevo ni nada de eso. Yo, este viernes especial de compras no compraré nada porque tengo de todo y aún me sobra.
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