La próxima novela que haga va a ser de un protagonista femenino. Flaubert ya lo hizo con Madame Bovary. No me pongo en absoluto a la altura de Flaubert, claro, pero lo que yo narre puede ser una buena intentona. Clarín lo hizo con la regenta de Oviedo y ya puestos, criticó como nadie la sociedad decimonónica. No me voy a comparar con Clarín, claro, pero haré todo lo posible para que mi personaje mujer sea muy interesante. Lo primero sería meterme en la piel de una mujer excepcional por algún motivo. Por su manera libre de interpretar y actuar en el mundo. O por su debilidad ante los hombres, de la que se libra en un acto de valentía. O por su catastrófico gestionar del día a día que la convierte en una víctima de esta vida loca que llevamos. O por su libertad sexual que la hace meterse en charcos de la que sale dolida y atormentada por la opinión del vulgo o por la difamación vía redes sociales. O una mujer tan bella, tan armoniosa de mente y cuerpo, tan culta, tan extraordinaria que esa manera de ser tan excepcional le hace vivir las aventuras más inverosímiles de este siglo XXI.
O quizás mi protagonista pueda ser vulgar, normal como cada hijo de vecino pero la conjunción de los astros le permite gozar de una vida altamente literaria y emocionante.
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